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meditandoconlaika

Adiós, Hotel

Adiós, Hotel

Laika, he ido a despedirme del Hotel.

El Hotel, mi hotel, el hotel de mi trabajo. Un lugar especial, sin lugar a duda. Un lugar mío, extraño y querido. Un lugar que nunca olvidaré...

He ido en silencio a separarme de él, lentamente y con cariño. He ido a decirle un adiós tierno como si fuese un gran amigo.

Adiós, Hotel de la calle Aragón, que cada mañana me has abierto tus puertas cual dos brazos fuertes. Y en ti he entrado como en mi segundo hogar, mi segunda vida, de pleno, intensamente y con respeto a lo que me ofrecías: trabajo, compañerismo y seguridad.

Adiós a tus paredes suaves y limpias, rectas, perfectas, laberinto de habitaciones y de mundos misteriosos.

A tus pasillos silenciosos dónde he llorado, reído, soñado, reflexionado, meditado.

Un fuerte adiós a tus habitaciones dónde mi cuerpo se introducía en ellas con energía y alegría, con fuerza y vitalidad. En ellas he limpiado, puesto orden, hecho camas de amantes, camas de solitarios, de niños, de ancianos, de mujeres tristes, de hombres misteriosos, de jóvenes pesados y mal educados... Espacios que todos ellos llevaban, llenaban y que luego no dejaban, al irse. Habitaciones dónde en ellas he crecido, a mi manera, y cada gesto era un gesto que se hacia con respeto y humildad, a veces con compasión. Habitaciones que me han enseñado a ser una buena camarera de piso. Y en las cuales nunca sentí la rutina. Y cuanto agradezco esto, justamente, el que nunca me aburriese, en tus habitaciones, querido Hotel...

Adiós a tu movimiento interno, crepitante, a veces delirante. A tu ir y venir de desconocidos, pasantes, extranjeros que llegaban extenuados y que yo sabia reposarían en tus camas como en los brazos de una amiga. Estas camas que mis manos habían hecho con amor y simplicidad.

Adiós, adiós amigo de piedra y de madera, de ascensores que siempre se estropeaban, de directores que siempre rabiaban, de clientes que a veces sonreían. Adiós a tus olores y a tus colores que tomaban tonalidades según el día, según mi día.

Adiós a una Lydia que se sorprendió al ver que en ti, Hotel, se podía ser feliz, se podía ser una misma, se podía crecer y madurar.

Adios, sobre todo, a tus otras camareras de piso que me han acompañado en mi interna ruta, en altos y bajos y que hacían de ti, Hotel de mi vida, un lugar precioso y amado.

Adios, amigo, simple hotel de tres estrellas de una gran ciudad.

Escuchando, con placer, How Insensitive del magnifico Henry Butler

Ultima mirada en una habitación

Ultima mirada en una habitación

En la habitación reina una luminosidad amarillo tierno, ahora que el sol se está escondiendo. Pedro, de pié enfrente de la ventana, fuma en silencio. A lo lejos él puede ver la línea azur del mar. Y así, de perfil, todo su cuerpo como reposado y tranquilo, yo lo miro desde un rincón de la cama, esta cama ancha y blanca y suave.

Alomejor ya no nos volveremos a ver nunca más. ¿Y acaso esto tiene mucha importancia?

En esta cama, pienso acariciando la sabana, en esta cama ya no volveré a estirar mi largo cuerpo. Cuantas camas, antes de llegar hasta aquí. Y cuantas otras, recordándola.

Parece un cuerpo parado en el tiempo, el cuerpo de Pedro. Tiene un brazo apoyado sobre el gran ventanal y su mirada me la imagino clara y sonriente. Me la imagino bañada por estrellas. Me la imagino buena y directa.

- Aquí enfrente, dice, vive un viejo solitario. Cada mañana sale y se queda largo rato sentado sobre una silla de mimbre mirando en el vacío. Uno de estos días, ya no habrán ni viejo ni silla de mimbre. Vendrán otros locatarios, seguramente mas jóvenes. Todo es cambio, amiga.

Es la primera vez que Pedro me llama así. ¿Cómo haré para no olvidar la tonalidad de su voz al pronunciar esta palabra que solo tiene sentido para mí? Amiga: mi juguetona, mi loca, mi cómplice, mi hermana.

Inescrutable perfil de Pedro... Su cuerpo es un misterio, sus formas y recodos son como caminos en un bosque y a cada vez es un nuevo camino que emprendo con él, un camino libre y salvaje. Cambio, cambio. Cierro los ojos y murmuro esta palabra como si fuese un caramelo en mi boca. Cambio...

Como la luz o el aire. O como las estaciones, como este balcón dónde un viejo ya no sabe dónde reposar su mirada, como mi proprio cuerpo, y hasta como mi pobre corazón. Todo inestable, en movimiento.

El brazo de Pedro sobre el cristal. La ciudad va oscureciéndose con tranquilidad, a ritmo de tortuga. Del amarillo, ahora estamos bañados por un tenue resplandor ocre. Los hombros de Pedro son como de oro, pero la luz parece venir desde el interior de su cuerpo, atravesando vísceras y músculos, atravesando esta piel suave que hace poco acariciaron mis manos.

Una cama que tambien es cambio, a cada vez.

- Una tarde, dice Pedro, paseándome en aquel bosque me encontré a un pájaro herido. Había caído de un árbol por el calor sofocante y yacía sobre la tierra, cansado y desesperado, una de sus alas abiertas. Lo cogí entre mis manos y estuve largo rato sintiendo su corazón palpitar...

Un ultimo rayo de sol aflora a lo lejos, iluminando el parqué bajo los pies de Pedro. Serpiente brillante este ultimo rayo atravesando la atmósfera hasta llegar hasta aquí, en esta habitación.

- Hay veces que desearía sentir el palpitar de la gente de esta manera, corazón contra corazón. Y es tan difícil... tan difícil. Pero, ¿sabes? no dudo que lo consiga, en ciertas ocasiones.

Pedro sigue solitario mirando la ciudad a través del cristal. Es una ciudad muy grande y Pedro la conoce bien. Es más grande y peligrosa que un bosque encantado, más dura, más intransigente. De repente me inunda una gran alegría al pensar en Pedro en medio de esta metrópolis, buscador del contacto esencial. Que felicidad saber que Pedro existirá aunque yo me vaya lejos, lejos. Aunque yo me vaya y ya no lo vuelva a ver nunca más. Aunque otra mujer, quizas, contemple este cuerpo mirando la línea de un horizonte infinito y azul.

Apenas ocre, ahora. El paso de tortuga nos regala una oscuridad casi lila. Podría encender una vela, de estas que huelen a lavanda, pero me quedo quieta sobre la cama escuchando acercarse el silencio de la noche.

Escuchando: Bernard Herrmann, Taxi Driver

Las cartas de mi padre

Las cartas de mi padre

Mi padre, parece ser, decia:

Aqui me falta aire, me falta espacio, me falta algo que no encuentro. ¿Qué no podéis entenderlo?

E iba y venia, en aquella grande y vieja casa, de un lado para otro, sin parar, exasperado, inquieto y nervioso. Mi abuela lo miraba de reojo sin cesar de hacer su punto de media.

- Tú acabarás como tu tío Pepe, largándote.

Mi padre levantaba los brazos al cielo. Nadie le entendía.

Pero mi abuela veía justo. Mi abuela ya era sabia en aquel entonces cuando mi padre aún era joven, fuerte y con una energía que era como la de un oso, pero un oso que no se podía mover tanto le faltaba espacio.

Llegó un día, Laika, en que mi padre efectivamente decidió largarse, salir del rincón oscuro que era este país hace más de 40 años, tomar un aire más fresco, más límpido, más claro. Cogió el tren y se dirigió hasta Francia, el país de la Revolución Francesa y de los reyes guillotinados, el país de la República Francesa, el país de la libertad y de la igualdad.

Este país es bueno, escribe mi padre en una de estas largas cartas que enviaba a mi abuela y que esta había guardado para dármelas, un cierto verano de mi vida, un verano después de una historia amorosa que tuve con un hombre.Es un país dónde el trabajador es respetado y dónde uno puede soñar en un futuro. Madre, un día tendremos una casa y usted vendrá a vivir con nosotros.

Mi abuela sonreía al recordar a este hijo tan fuerte que fue mi padre, este hijo tan valiente y tan soñador. Este hijo que hablaba de justicia y de libertad, cosas que aquí no se podían ni mencionar, ni tampoco pensar.

Aqui el trabajador es respetado, madre y a mí me respetan. Los jefes, en este pais, no abusan. Ya pronto podré comprar una casita muy bonita en un pueblo cerca de las minas. Montse está bien y la nena es un diablo, un caballo nervioso y lleno de vida.

Mi abuela, aquel verano, tambien se pasaba muchas horas tejiendo. Decia muy a menudo que si no hubiese tejido tanto y tanto la vida hubiese acabado con ella. Tejer, para mi abuela, era meditar. Aquel mes de agosto, tan fuerte y tan difícil para mi corazón que sufria por el amor de un comisario casado, mi abuela me estaba haciendo un jersey gris con una lana muy espesa.

- Este jersey, niña, te protegerá del frío y tambien, no lo dudes ni un segundo, de encuentros maléficos. ¿ Qué entiendes lo que quiero decirte?

Por la noche, después de llorar un poco sobre una almohada que olía a limón, encendía la lucecita de la mesa y abría al azar alguna carta de aquellas que mi padre había enviado con tanto cariño a mi abuela.

Madre, Montse está muy fatigada, ¿por qué no se viene a vivir con nosotros un tiempo? No sabe cuanto la nena no para de nombrarla y de llamarla por su nombre. Ahora tiene un resfriado muy fuerte pero pronto se pondrá bien.

Hace frío, madre, esta noche pasada hemos llegado a menos 30. Montse y la nena están bien, les gusta salir y andar sobre la nieve. A mí me van bien las cosas, me han dicho que me subirían de grado en la empresa pero yo lo que quiero, y usted bien lo sabe, es tener mi proprio taller y hacer estos muebles que nadie es capaz de realizar como yo.

Por las tardes el sol era más manso sobre aquel jardín tan espacioso y desordenado. Mientras mi abuela tejía mi caparazón gris yo preparaba los vasos y la horchata que había ido a buscar expresamente en el Paralelo. A mi abuela le brillaban mucho los ojos cuando era la hora de tomar aquella bebida que decia era ¨una bebida de ricos¨ y que ella no se merecía.

- Abuela, no diga estas cosas.

- Esta bebida, además, refresca el corazón, ¿no crees? ¿Acaso no te sientes mejor después de haberla tomado?

- Sí, quizas...

- O es si o es no, hija. Defínete.

Yo, francamente, aquel verano no tenia la mente muy clara después de haber roto mi relación con Montal, el comisario casado. Me parecía que todo había perdido consistencia y calidez. Lo veía todo borroso. Quizas eran aquellas lagrimas, que sobretodo aparecían por la noche, o quizas era que necesitaba unas gafas para ver más claro.

- Yo no sé nada de nada, decia mi abuela. Yo ya soy muy vieja para entender este mundo, menos aún el corazón de una mujer, tú corazón que sufre y pide algo que no está. Pero no te preocupes, hija. Los amores pasan, como pasan las estaciones del año, como pasará este verano y luego el otoño.

En las cartas de mi padre tambien aparecía esta noción del tiempo que pasa: la muerte de una tía Ana, otro invierno muy duro, mi padre y su casita y su taller tan querido, el nacimiento de mi hermana, la visita de una tía llamada Quimeta, su matrimonio con Rafael... Leer estas cartas me calmaba. Ya no lloraba tanto, por las noches. Buscaba entre las líneas de la fina escritura de mi padre una quietud, como un tempo, como el latir de un corazón.

La nena siempre esta sonriendo, no para de reír de todo, es encantadora. Se le parece mucho, madre. Por favor, venga a pasar unos meses aqui con nosotros, la añoramos.

- Abuela, ¿cómo era yo de chiquitita?

- Un demonio.

- ¿Y nada mas?

- Si... eras una niña que siempre reía y sonreía.

Llegó un día que ya no lloré más por las noches. Y luego otro día me dí cuenta que ya no recordaba con tanta nitidez los ojos del comisario Montal, ni sus manos sobre el volante de su Fíat cuando atravesábamos la ciudad Condal, ni su voz que había sido elixir en mis oídos. Un día pensé verlo de lejos, su espalda, este andar decisivo que tanto me había gustado, pero volví la cabeza de lado, cambié de camino el corazón una bola de fuego a punto de explotar en mi pecho. Aquella noche leí las ultimas cartas de mi padre y dormí como un recién nacido y no tuve pesadillas.

La ultima noche que pasé en aquella vieja casa fui a sentarme sobre la cama de mi abuela. La luz de la mesita estaba encendida pero no podia ver los ojos de aquella mujer tan sabia que ya nunca más volvería a ver. Le quedaban unos dos años de vida pero esto yo no lo sabia, ni ella. Tambien ella pasaría, como aquel mes de agosto, como mi amor por un comisario guapo, inteligente, y como los sueños de mi padre. La luz de la lampara resbalaba de lado y yo miraba con mucha intensidad las manos de mi abuela, unas manos fuertes y lisas, muy bellas y que habían realizado, con devoción y paciencia, mi jersey protector.

- ¿Volverás?

- Claro que sí, abuela, si puedo el verano que viene.

- ¿Has preparado las maletas?

- Sí.

- ¿A que nos lo hemos pasado bien?

- Abuela... Nunca olvidaré este verano.

- Ni yo, hija, ni yo...

Me fui, la mañana siguiente, a tomar el avión dirección Montreal. En mi maleta estaban las cartas de mi padre, sus sueños, su energía, su valor.

Ya me conoce, madre querida, yo nunca abandonaré esta idea que tengo de mí mismo, esta idea que ha hecho posible el gran salto, venir aqui, luchar, luchar para vivir algo mejor. Ya me conoce, madre, y nunca cambiaré. Pero una cosa es segura, no me arrepiento de ser lo que soy.

Hoy, estas cartas están aquí, sobre la mesa, presentes. Me hablan de que no tengo que temer nada. Me hablan de mí, sonriente, feliz. Me hablan del tiempo, que acaba siempre por pasar, de inviernos y veranos, de crecimiento, de dudas, de miedos. Me hablan de la vida, esta vida que es un parpadeo, que es una carta que vamos escribiendo día a día, sin parar.

Martes 2 de agosto

Más información sobre el viaje. Aunque quisiese viajar en barco hasta Tenerife, el problema sigue siendo de cómo llego a Cádiz con mis animales. RENFE no me deja viajar con un perro que pese más de 5 kilos. Que ridículo. En estas cosas veo lo atrasada que está España. Quizas, para este país que mucho creen que es el mas avanzado de Europa, quizas, digo, para los españoles no existen los animales de compañía. Y como para ellos no existen entonces no se viaja con animales, punto. RENFE lo ha decidido así.

En Francia puedes viajar con tus animales de compañía sin ningún problema. En Francia y en el resto de Europa. Pero bueno, ya se sabe lo más avanzados que están los europeos comparado con los españoles. Aquí aún tenemos esta institución tan inverosímil como es la monarquía. Ya con esto lo digo todo.

Estoy de mal humor cuando me encuentro con cosas que me parecen insultantes. Cuando me hacen sentir que soy anormal cuando lo único que soy es normal. Es normal tener un perro como Laika, digo yo. Y tener a Shiva y a Buda. Pero bueno, calma... cálmate. C´est pas la fin du monde, como dicen los franceses. Vale.

Queda viajar en avión. En Air Europa me han dicho que no había ningún problema, pero la chica que me ha atendido por teléfono no sabia lo que eran los Perritos de la pradera. Tampoco sabia lo que eran roedores. Muy bien, pero que muy bien. Así vamos. Esperemos que los pilotos saben, ellos, volar un avión. De lo contrario estamos bien apañados.

Calma...

Respira hondo.

Lunes 1 de agosto

Lunes 1 de agosto

Excelente lectura este diario de Jean Guéhenno Journal des années noires que muestra Francia bajo la Ocupación. Es un libro duro pero intensamente interesante ya que en él podemos ser testigos a la vez de los hechos que ocurrieron y tambien participar de una larga reflexión sobre la condición humana, analizada y vivida con profundidad por un profesor y un humanista. Honor y libertad son los temas que más preocupan a Jean. Este diario es una mente viva y despierta frente al horror y la barbarie. ¿Qué significa Libertad? se pregunta Jean Guéhenno. ¿Es que nos merecemos la libertad? Y, sin libertad, ¿quiénes somos? ¿Seguimos libres, o somos esclavos? ¿Cómo ser persona libre bajo el yugo del Nazismo?

Nuestra generación no sabrá nunca enteramente lo que fue vivir bajo la ocupación, vivir con el miedo y el terror. Ni lo que fue vivir sin libertad. Podemos entenderlo pero nunca sentirlo a fondo. Cierro los ojos y me imagino. Tengo una gran capacidad de imaginación pero aún así: ¿cómo se vivía el dolor, la tristeza, la impotencia, la rabia? ¿Y que decir de la traición o de este tan humano sentimiento que es la vergüenza? Podemos entenderlo pero no en su justa medida, nó como lo vivieron ellos. Los fusilamientos, las torturas, las deportaciones hacia los campos de trabajo (no se sabía entonces en Francia que eran campos de exterminación), la falta de mentes sabias para guiar, la falta de amor, el desprecio, la deshonra... Lo sentimos, lo entendemos, nos sentimos inquietos, molestos, nos duele, pero nunca desde esta profundidad de la herida del que vivió todo esto y mucho más. Es el dolor ajeno, y por mucha compasión siempre se trata del dolor ajeno.

Sobre perros: el 10 de mayo de 1944 los alemanes requisicionan a todos los perros que miden mas de 45cm del hombro al suelo. ¿A que fin? Ni idea. He medido a Laika: mide 67cm de altura. A ella tambien la hubiesen deportado.

Estoy muy nerviosa. Esta noche no he podido dormir. Eran las cinco de la mañana y aún no había pegado ojo. Este proyecto de irnos de Barcelona me va a volver loca.

Sabado, 30

Ayer tuve un sueño: una mujer venia hacia mí y llevaba una mascara que representaba el diablo. No es que me hiciese miedo verla pero me pareció desagradable. Venia acompañada con un chico que luego ella cogía en sus brazos y que no paraba de besar y acariciar. Esta mujer, evidentemente, es un personaje que representa un lado oscuro mío. Vete a saber cual... Los lados oscuros, o SHADOWS como dicen en inglés, siempre nos vienen a ver cuando no queremos afrontarlos. Nuestros miedos, nuestros temores, nuestras vitalidades o fuerzas que dejamos de lado, todo, absolutamente todo lo que no escuchamos en nosotros, acaba saliendo en sueños y pesadillas para despertarnos, de alguna manera, de nuestra ceguera. Nos hacen signos, nos envían mensajes. Hay que estar atentos. Escucharlos. Mirarlos sin miedo. Este diablo, ¿qué quería decirme? La mascara tenia una sonrisa como en un rictus de desprecio. ¿Acaso era un espejo? Si es así, ¿qué lado mío estoy despreciando?

En la calle, los ancianos salen después del ocaso a refrescarse. Llevan abanicos y mientras abanican hablan sin parar. Paso enfrente de ellos con una Laika siempre de buen humor y llena de energía. Me gustaría saber de lo que hablan. ¿De nietos? ¿O acaso tienen otro tipo de inquietudes? Pero yo creo que hablan del calor, como todo el resto de los españoles. Y de la lluvia, que es como un tesoro que no se deja ver. La lluvia, este regalo de ricos, ya que sin ella somos pobres. La lluvia con sus nubes todopoderosas, manantiales de vida y frescor. Esta mañana han caído unas ligeras gotas de plata, un visillo de cristal húmedo. Pero ha durado poco y ahora el calor de la tierra sube, más fuerte. Es como si la lluvia hubiese abierto los poros del suelo para dejar escapar con más facilidad el fuego que se acumula bajo nuestros pies.

Ya he empezado a poner libros en cajas.

Mujeres que hay que leer cuando una está deprimida:

-- los diarios de guerra de Joyce Grenfell
-- Anne Morrow Lindbergh
-- Alexandra David-Néel
-- los diarios de Dervla Murphy
-- Ella K. Maillart
-- el diario de guerra de la condesa Ranfurly

Domingo, 31

Domingo, 31

La mejor imagen que representaría mi estado de animo, estos días, es la de un puente. Y yo en medio de este puente. Incapaz de avanzar, incapaz de retroceder. En medio, como una pánfila. Es decir, paralizada.

Este símbolo del puente lo llevo toda mi vida, dentro de mí. En Canadá, dónde mis padres emigraron cuando yo tenia 11 años, tuve siempre la impresión de que se me había cortado un puente, y la imagen era entonces la de un puente roto por la mitad. Ahora el puente está entero, pero no puedo caminar libremente sobre él.

Ultima clase de Yoga, hasta septiembre. La profesora habló de ejercicios que podemos hacer en casa ya que el Yoga prescinde, cuando necesario, de profesor o de guía. Es una de las finalidades del Yoga, que uno se tome en mano, se responsabilice. Y no es fácil pero este mes probaré hacerme mis propias sesiones. Tambien Tania habló de la relación entre rabia e hígado. (En medicina china, rabia e hígado están estrechamente unidos.) Yoga tiene algunas Asanas para trabajar la rabia. Nos mostró una, que se llama ¨la postura del león¨. De rodillas, sentarse sobre los talones con las manos apoyadas sobre las rodillas. Se abre la boca y se saca la lengua al máximo al mismo tiempo que se lleva la mirada al entrecejo. Es el momento de sacar el rugido del león, desde el centro de nuestro cuerpo, más que un rugido un suspiro interior, que llegue desde la profundidad, que llegue desde aquí, dónde está situado el ombligo, desde nuestro centro, el lugar de dónde venimos.

¿Pero por qué los ojos? ¿Qué tienen que ver los ojos con la rabia, el hígado? Está comprobado que muchos problemas oculares vienen de problemas de hígado. Además, cuando uno está ¨rabioso¨ uno no ve con claridad. Llevar la mirada en el entrecejo, lugar dónde se encontraría nuestro tercer ojo, calma y reposa, es como si de repente volviese la razón y la sensatez. La rabia tambien, cuando se apodera de nosotros, nos impide hablar correctamente o simplemente bloquea nuestra expresión, de ahí el estiramiento de la lengua para dar paso a este soplo interior, desbloquearlo, darle la posibilidad de salir y liberarse.

¡Laika, a rugir!

Viernes, 29 julio

Viernes, 29 julio

Me ha vuelto a salir el quiste en la región de la sacra. Evidentemente mi medico me ha recetado antibióticos. Y es que solo saben hacer esto, los médicos. Y me parece un insulto a la inteligencia humana. Pero me he callado, he cogido la receta y la he tirado a la basura, al salir del Cap. Seguiré poniéndome arcilla, que esto sí que cura y quita el mal. Y tomándome Silicia. ¿Por qué los médicos son tan obtusos? Ah, que diría Hipocrates de tanta frialdad entre el medico y su paciente, de tanto alejamiento de lo que es la naturaleza y el cuerpo humano, de tanta soledad entre el medico y el enfermo. Cada vez que voy al Cap. tengo la impresión de ser una ratita de laboratorio.

Por curiosidad he buscado el Juramento hipocrático. Hay frases como estas, que son un verdadero misterio:

DE LA MISMA MANERA, NO DARÉ A NINGUNA MUJER SUPOSITORIOS DESTRUCTORES;¨

¿De que clase de supositorios estará hablando?

IRÉ POR EL BENEFICIO DE LOS ENFERMOS, OBTENIÉNDOME DE TODO ERROR VOLUNTARIO Y CORRUPCIÓN,,

Esto, evidentemente, los médicos que tenemos no lo recuerdan, cuando acabaron la carrera y juraron el juramento hipocrático...

El calor sigue y no llueve. Hoy, en particular, es un día terriblemente húmedo. Parecemos peces fuera del agua. Devrla Murphy, cuando viajó en bicicleta desde Irlanda hasta la India, tenía sus truquillos para sobrevivir bajo el calor y no morirse de deshidratación. Tomába mucho té, y té salado. A veces hasta llegaba a tragarse cucharadas enteras de sal. No creo que estemos preparados para comer sal de esta manera pero por si las moscas este consejo lo tendré en la memoria. Ya dicen que si no cae agua de los cielos habrá restricciones. A veces tengo la impresión que Gaia está enfadada con nosotros y nos lo muestra a nuestra manera, con excesos. En India grandes inundaciones. Hace poco en México y Texas grandes vientos. Cuando miro las noticias veo una realidad que me parece de ciencia-ficción pero que es sin embargo nuestra realidad. Ya estamos en ella.

Eric me ha prometido ayuda cuando nos vayamos. Vendrá con nosotros hasta Tenerife. Estoy muy nerviosa y no sé si hemos tomado la buena decisión. Pero quedarnos equivale a continuar en una situación dónde no vemos salida, y esto no es posible. Hay que moverse, cambiar. Y no hay que tener miedo al cambio.

Jueves 28 de julio

Jueves 28 de julio

Lo complicado no es irse de viaje, Laika, aunque sea un viaje de ida solamente. Lo complicado es viajar con tantos animales.

No solamente estas tú, pero hay los otros miembros de nuestra pequeña y querida familia: Buda y Shiva, los tres pájaros, Lucia la rata, Minoushka y Salem. Ah, se me olvidada Pantunflas, el conejo. Y Nina, la perrita de mi madre.

Un viaje que podría ser una empresa relativamente simple se transforma en una expedición complicada. ¿Cómo viajar con tanto animal?

Pero ya he realizado las primeras verificaciones. Llamé a la Transmediterranea. Me han asegurado que podía viajar con animales de compañía y que no había limite. Tienen, en los barcos, unas casetas hechas expresamente para ellos. En avión es un poco más complicado, por lo de los Perritos de la Pradera. Me dieron un numero de teléfono para verificar sobre el transporte de estos roedores tan simpáticos.

Mucha gente que conozco me ha dicho que lo que tengo que hacer es simplemente quitarme de en medio a mis animales, o una parte de ellos. Siempre que me dicen una cosa de este tipo me quedo silenciosa. Es la única manera de aguantar un chasco que está en la punta de mi lengua. Un mueble, un objeto es algo que uno puede dejar de lado. Un animal, uno de mis animales, es alguien que hace parte de mi familia. El animal, cuando adoptado está bajo mi protección. Esto quiere decir que una gran cualidad mía se ha transformado en problema.

Creo que fue Gandhi el que dijo que la relación que tenemos con los animales nos define como sociedad. ¿Cómo los españoles se comportan con los animales?

Hoy ha sido otro día de calor, un sol como un gran fuego sobre nuestras nucas. No es de extrañar que nos encontremos mal, el cuerpo necesita agua, como la tierra. Somos sus hijos.

En Londres sigue la caza a los terroristas. Hasta que tiren sobre otro inocente que tenga piel de color azafrán.

Me he encontrado en el suelo de la habitación una salamandra, muerta y seca. ¿Desde cuando estaba aquí? ¡Que extraño! He mirado el simbolismo de estos reptiles tan bonitos y que saben tan bien adaptarse a la situación del momento: agilidad, movilidad y, sobre todo, aceptación del cambio. En silencio y con mucha delicadeza he cogido a la pequeña salamandra entre mis dedos. Le he agradecido su presencia en mi vida, aunque solo fuese un cuerpo sin vida.

Diario de viaje

Diario de viaje

O cher Pan, accordez-moi, à moi aussi, la beauté intérieure.

Socrate

Laika,
Por razones de tiempo y de energía tengo que transformar este espacio en una especie de diario de bordo. Es esto o cerrar esta pagina. Pero si cierro este lugar esto significaría decir adiós a la escritura, espacio de creación y de expedición interior. No me lo puedo permitir. Es una cuestión de salud mental.

Ya sabes Laika que Claude y yo hemos decidido ir a vivir a Tenerife. No es tan simple como esto, el decidir marchar de aquí. Y lo hacemos un poco porque no nos queda (no vemos) otra solución. De alquiler no llegamos a encontrar ningún piso a precio razonable y lo que pagamos ahora no nos permite llegar a finales de mes. Barcelona es francamente una ciudad intocable, y Cataluña igual. Nos quedan, pues, dos otras alternativas: volver al Canadá o buscar un piso fuera de esta región capitalista. Canadá significaría re-encontrarnos con el Polo Norte y para Claude no sería muy conveniente (tiene la esclerosis múltiple). La otra alternativa es encontrar un lugar, otra región, otro mundo. Hemos elegido las Islas Canarias más por intuición que por el intelecto. No sé si es la buena solución.

De ahí este Diario de Viaje, amiga perra.

Dicen que lo más interesante de un viaje es su preparación. Esta pagina será entonces un lugar de preparativos, de expectativas y de descubrimientos. Un lugar donde compartiré el miedo y las dudas aunque sea con una pagina marrón. En realidad no sé exactamente lo que será este diario de viaje. Veremos día a día. Quizas el primer objetivo quiero que sea el permitirme tomar espacio, ver más claramente y el poder utilizar la escritura para ello.

En estos preparativos de viaje me acompañaran mis libros, mi familia (animales), mi soledad. Y tú, Laika. Pero sobretodo el día a día, con su simplicidad, su magia, su bondad.

Ensayando Bodas de Sangre

Ensayando Bodas de Sangre

Siempre pasaba lo mismo. A cada vez que la Madre decia

Por eso pregunto quién es. Porque tengo que no reconocerla, para no clavarla mis dientes en el cuello.

A mí me entraban ganas de reír.

Entonces Begonia, la Madre, alzaba los brazos al cielo, se apartaba un poco del escenario y se encendía un cigarrillo. Siempre los llevaba en un bolsillo de su ancha y espesa negra falda. El director, el señor Servers, entraba por el lado derecho impaciente y nervioso.

- Señorita Lydia, ¿ Qué esta pasando aquí? My goodness, I´m gonna have a panic attack.

Todos estabamos muy nerviosos, es cierto Laika, siempre es así antes de una representación en publico. Uno es como si se transformase en cable eléctrico de mucha tensión.

Mientras el señor Servers me regañaba y mientras yo estudiaba su frente húmeda, la Novia repetía sin cesar, como un mantra, una frase que siempre le costaba mucho decir

¡Déjala! Que quiero que sepa que yo soy limpia, que estaré loca, pero que me puedan enterrar sin que ningún hombre se haya mirado en la blancura de mis pechos.

El Novio, un chico muy simpático de Galicia, siempre decia que la Novia alomejor tenía los pechos blancos pero que eso de que ningún hombre los hubiese visto no se lo creía ni Dios. En realidad todos, todos sin excepción, querían ver estos pechos, sobretodo Leonardo. Cuando recitaba

¡Qué vidrios se me clavan en la lengua!
Porque yo quise olvidar
y puse un muro de piedra
entre tu casa y la mía.
Es verdad. ¿No lo recuerdas?
Y cuando te vi de lejos
me eché en los ojos arena.
Pero montaba a caballo
y el caballo iba a tu puerta.


... se le entornaban los ojos que tenía muy negros y vivos y todos sabíamos a que caballo se estaba refiriendo. Corrían rumores en el grupo de que Leonardo y la Novia habían sido amantes, años atrás. Y de que volvían a serlo. Y de que Begonia no podía soportar esta situación.

Verás Laika, Begonia no tenía la figura estilizada de Joanna, la Novia. Era más bien feúcha, corta de patas y redondeta. Por esto el papel de la Madre le fue atribuido. A mí me atribuyeron el papel de la Mujer de Leonardo, que me cayó como una piedra pues yo tambien hubiese deseado ser la Novia, quien no, y murmurar bajo la noche llena de luna a un Leonardo viril y fuerte

¡Ay que sinrazón! No quiero
contigo cama ni cena,
y no hay minuto del día
que estar contigo no quiera,
porque me arrastras y voy,
y me dices que me vuelva
y te sigo por el aire
como una brizna de hierba.


Estabamos en un pequeño teatro de la rectilínea ciudad de Calgary, después de haber ganado un concurso en un festival de Teatro Amateur, en Montreal. Faltaban dos días para la representación y el director, el señor Servers estaba muy, pero muy impaciente. Era la primera vez que dirigía actores españoles, actores de teatro amateur. No entendía, por ejemplo, que a tan poco tiempo de la Première, por la noche, en vez de dormir, los actores se pasasen horas y horas cantando y bailando flamenco y no parasen de entrar y salir de las habitaciones del hotel como si estuviesen en una feria de pueblo. Por ahí se veía a la Novia infiltrarse sigilosamente en la habitación de Leonardo, luego la Madre aparecia toda vestida de verde en la de la Novia, la habitación del Novio tambien se abría para dejar entrar a la Mendiga que ya no vestia de trapos, y la habitación de la Luna, iluminada y fresca, se cerraba con suavidad después de haberse abierto para la Suegra que de suegra solo tenía el pelo y que luego, con pelo y sin luto, se abría paso en la camara del Padre de la novia y este, desesperado y un poco borracho, entraba como por equivocación en la de la Criada que acababa de pasearse en la habitación de Leonardo despues de que él hubiese cerrado rotundamente sus puertas en las narices de la Mujer de Leonardo que luego abría las suyas a un Mozo. Malas voces, sobre todo viniendo del grupo de los Leñadores, decían que había rollo entre la Madre y la Novia y se les oía murmurar

Pero ya habrán mezclado sus sangres y serán como dos cántaros vacíos, como dos arroyos secos.

Y la Mendiga, de afirmar, cuando menos te lo esperabas

¡De prisa! Mucha luz. ¿Me has oído?
¡No pueden escaparse!


El caso es que los nervios y las mentes estaban a flor de punta, como se dice no me acuerdo ya donde, Laika. Digamos que había tensión, una tensión como el parpadeo de un corazón enjaulado, o como una sangre que ya no puede brotar libremente. Nos mirabamos todos de reojo, con ojos como iluminados por una mala luna. La Madre se volvía cada vez más Madre, más dolorosamente y patéticamente enfurecida por la tragedia que pronto le caería encima. La Novia ya había parado de suspirar melancólicamente y estaba hecha toda una Novia, apasionada y desgraciada por el destino que era una espada de Damoclés implacable. La Muchacha 1, bastante perspicaz a pesar de lo joven que era, me dijo que Leonardo había roto todo lazo amoroso con la Novia, la noche anterior después de una escena de gran dramatismo en la habitación de la Criada.

Amante sin habla.
Novio carmesí.
Por la orilla muda
tendidos los vi.


Así son los ensayos, Laika, tanto en la vida como en un teatro. Un baile, un juego, y tanto más. Pero sobre todo momentos muy especiales y difíciles de olvidar.

Las citaciones en negrita son cogidas de la obra Bodas de Sangre de Lorca

Mis manos

Mis manos

Con estas manos que ves y sientes, mi amor de Laika, he acariciado y he amado. Tambien he calmado. Y siguen siendo mis manos, con dedos largos, con uñas cortas. Unas simples manos que ahora se pasean sobre tu frente como queriendo adivinar tus pensamientos. ¿A que reflexionan los perros? ¿Que imágenes sobrevuelan en vuestras mentes? ¡Que misterio!

Has cerrado los ojos, perra amada, bajo el bálsamo de mis yemas.

Estas manos tambien han roto, con rabia y odio. Han dado golpes como puños de hierro. Ahora abren un libro y sienten con ternura el tacto del papel. Ahora se dejan acariciar por el liquido estar del agua. Son manos humanas, mis manos que siempre van buscando, con pasos ciegos. Encienden un cigarrillo, lo apagan, se pasean con rapidez sobre el teclado...

Un día llegaron a acariciar la frente fría de mi madre.

Has cerrado los ojos y respiras con tranquilidad canina, algo que siempre admiraré, está tranquilidad canina. Quizas, mis manos te recuerdan la ternura peluda de tu madre, al principio. Quizas, ahora, tocarte con suavidad la frente y luego las orejas puntiagudas que tienes, me llega el recuerdo del tacto animal cuando nací. No sé. Lo que sí sé es que me gusta acariciarte con mis manos, mis manos que no saben como tocar y tomar, que nunca han sabido como dar, como recibir. Pero contigo, perra de mi vida, sí que sé, es como si mis manos fuesen patas, como las tuyas. Entre tus patas y las mías no hay barreras, hablamos el mismo lenguaje.

Siempre me sorprenderá la belleza simple de una pata de perro. Y de unas manos, continuación del cuerpo, que captan energía. Cuando alzo las manos en el aire, dedos extendidos, la fuerza del cielo entra a través de ellas.

Que estas manos mías sean tus antenas, Laika, para recibir todo el amor que siento por ti, que no solamente es mío pero tambien del firmamento y que gracias a ellas, manos humanas, puedo ofrecerte.

Un viaje a la Proust

Un viaje a la Proust

Laika, esta mañana discutiendo con Claude sobre orden y desorden, pero que desordenado digo y de repente esta palabra tan simple, desordenado, quizas la he dicho con un tono de voz que, quien sabe, pronuncié un día enfrente de mi madre, mamá, es un hombre muy desordenado, y este tono de voz esta mañana pronunciado de la misma manera que aquel día, esta particular manera de pronunciar la palabra, el timbre de la voz, han producido como una obertura dentro de mí, mi cuerpo, que tiene su propia memoria, sus misteriosos caminos interiores que parten de la mente, ha reaccionado a su manera, abriendo un pasaje interior y entonces he sentido como una gran alegría, como un clic interior, un reconocimiento, una percepción sabia, una especie de Deja Vu pero tampoco esto, he visto a mi madre enfrente de mí, aquel día, yo hablando de Claude y de todo el desorden que vi cuando la primera vez fui en su piso, cerca del río, hace de ello veinte años, un desorden increíble había en aquel espacio suyo, todo amontonado sobre el sofá, libros, revistas, ropa, hasta una magnifica planta que yacía sobre aquel sofá verde como un muerto sobre el césped, y todo aquello entonces, yo enamorada e ilusionada que estaba ya que el amor no ve que lo que quiere ver, no me molestó en absoluto, hasta me pareció una particularidad interesante, una línea de carácter y mi madre enfrente de mí, con tanta claridad que he pensado voy a tener que llamarla y decirle que me he acordado de ella, mamá, este hombre es muy desordenado y ella, comprensiva, me sonríe, me sonríe de esta manera tan particular, los ojos de repente medio achinados, algo que yo he heredado ya que cuando sonrío tambien mis ojos se achinan y en vez de ojos parece que tenga media lunas, toda su presencia, física y moral, su cuerpo amistoso y tierno, y hasta el olor suave de lavanda de su agua de colonia, y en este olor su figura cuando le besaba las mejillas antes de salir, cuando vivía con ella, la textura impecable de su piel como de bebé, mi madre sonriendo, permitiéndome viajar en este instante parado en el tiempo cuando yo le hablaba de Claude, de este nuevo hombre en mi vida y que, aunque solo conocido desde apenas tres semanas, me había convencido de irme a vivir con él, en un piso desordenado, cerca de un río, mi madre sonríe, el tiempo no ha pasado, el tiempo sigue ahí, abierto, una entidad única, personal, inmortal, un espacio que no se ha movido, es un lugar que está como en espera de retorno, que en realidad sólo espera esto, una nueva visita, un tiempo que aparece como un regalo escondido, aquí estoy parece decir, ¿no ves? sigue mi madre igual que aquel día, en realidad mi madre no es que siga igual, es que mi madre es la de aquel día, está en aquel día de verano y yo he ido hacia ella, a través de un camino interior y libre, ella me mira con anticipación, con altruismo, y sonríe como diciendo que no es importante que Claude sea desordenado, que lo que importa es el amor, solo esto importa, y viendo a mi madre diciéndome esto me sorprendo, la miro como con ojos nuevos, no recordaba que ella hablaba del amor así, con tanta simplicidad, pero el tiempo acepta, el tiempo de aquel día, esta nueva visión, estos ojos como más límpidos, más claros, menos ciegos, y mi madre me aprieta una mano con énfasis, ya veras que todo irá bien, lo importante es que sea buen chico, y no solamente el tiempo aquel me envía una madre, aún joven, aún llena de energía, una madre que yo había olvidado, una misteriosa madre aceptando con naturalidad mi amor hacia un hombre, una madre como un regalo intocable y protegido, pero tambien, y en especial ternura, el sentir de aquel día que llevaba en sí la ilusión que rodeaba de una sombra suave mis noches, aquel amor que me parecía tan extraordinario y defendido, por un hombre único que me hizo abandonar sin merced a Boris, mi compañero de aquellos años, y emprender una nueva vida cerca de un río, todo esto, la emoción que casi me ahogaba de alegría, las dudas que me hacían soñar por las noches en humos y fuegos, la confusión aquel día enfrente de mi madre que sonríe para calmarme, una emoción que no recordaba, tan simplemente todo esto mientras le digo a Claude, esta mañana, que tendría que ser un poco más ordenado porque francamente no hay nadie en el mundo tan desordenado como él.

Leyendo a Proust

Leyendo a Proust

No hubiese tenido que coger este libro, uno de sus 8, ni abrir ninguna pagina, Laika, esto por seguro, pero la curiosidad sádica de volver a probar su escritura y la de volver a entrar, como se entra en un espejo mágico, estos espejos mágicos que hay siempre en los cuentos de hadas, espejos maléficos, abridores de puertas dando a profundidades misteriosas y temidas pero que la heroína tiene que abrir, mirar en el espejo que quizas estaba situado en un recodo de la habitación donde su vieja abuela se moría de una de estas largas y temibles enfermedades que corrían en aquellos tiempos, como corren y saltan los monos enanos en las junglas amazónicas sin darse cuenta que al saltar de rama en rama dejan caer frutas o trozos de ramas que pueden ir a parar sobre la cabeza del andante aventurero que pasaba justamente por ahí, y que hacían de su vida junto a la anciana moribunda largas y tristes vacaciones de un verano sin fin, sin comienzo, para entrar en la profundidad de ella misma, profundidad parecida a la de un pozo como los que, durante mi infancia que pasé muchos veranos en casa de mi abuelita, habitaban en los jardines secos y tristes de sus vecinas, casa la Pepita, o ¨ vieja Pepita regañadientes ¨ como la llamaba mi abuela, pozos que al verlos, siempre me recordaban la muerte de alguno que otro niño (siempre hay historias de niños tirados en los pozos) y que me producían mucha tristeza. Más tarde el simbolismo del pozo se aligeró al ver las películas de Akira Kurosawa, en un momento de mi vida dónde el arte nipones me ayudó a salvarme de una depresión durante un largo invierno canadiense yo sola en un piso en una ciudad verde y solitaria, pero Laika eran pozos dónde los niños veían en ellos estrellas palpitantes y de plata, veían en la profundidad de sus aguas un firmamento abierto y azul, amorosamente humano, que les iluminaba los ojos en forma de media luna, y ellos reían al verse en las aguas tenebrosas de aquellos pozos dónde un niño se había tirado, incapaz de ver el firmamento estrellado. Y es efectivamente entrar en algo inseguro como es el tiempo que produce en mí leerlo estirada sobre la cama, o en el jardín mientras tú juegas con tus amigos los perros y el sol resbala de lado sobre las hierbas aún húmedas del amanecer cuando la ciudad aún no lleva en sí su fuerza devastadora, un tiempo fuera del tiempo, y nace en mí como una sensación de agobio total, por su grandeza y su infinita visión de algo que no se puede medir, el tiempo, su concepción más bien vertical que horizontal, (lo que me recuerda esta visión que tienen los budistas del camino que hace el alma en sus a-temporales viajes), y es tan fuerte este agobio que muchas veces dejo el libro de lado y me digo ¨ basta ¨ pero poco rato después vuelvo a cogerlo como si fuese una caja de algún tesoro escondido por algún pirata y la voz de mi abuela me dice que pare de leer y que de ¨ tanto leer tonta te volverás ¨, pero yo sigo y me hago la tonta, el jardín brilla bajo la luz de un sol que es como una gruesa mano de titán, potente su luminosidad sobre una palmera que hay en medio del jardín desmoronado de la casa de mi abuela pero que ella adora porqué le da un poco de sombra por las tardes dónde este sol, que es fuerte y que debe ser, para la niña que soy en aquellas tardes amarillas, de una deidad terrorífica y destructora, lo seca todo, los rosales que ella ha plantado con tanto cariño, sus plantas aromáticas, sus tomateras, y sigo leyendo haciéndome la tonta o la sorda un libro de aventuras de unos niños que viven la Primera Guerra Mundial (en Francia, en algún pueblo de la Meurthe et Moselle) como un juego vital que hará de ellos unos adolescentes intrépidos y valientes, más tarde, y que está haciendo de mí una adicta de lo que es el leer, este viaje en la interioridad de mi misma, una puerta que abre sobre mi firmamento interior, que debe ser azul como el fondo del mar y habitado por mundos extraños, seres más incongruentes aún que lo que puede imaginar mi dormir con sus sueños, libro que ahora es el abrir de Proust en mí, de su visión extraordinaria de la vida, de su fe en el sentir y el vivir, Laika, ¿me entiendes? y no paro de marearme al leerlo como si mi mente, pero más aún, mi inteligencia y hasta diría yo mi espíritu hubiese encontrado una entrada secreta en una espiral, se hubiese introducido en ella, de ahí este mareo y este agobio y estas ganas de tirar el libro por el suelo, pisotearlo, destruirlo, o tirarlo por la ventana y que caiga sobre la cabeza de algún transeúnte distraído que al recogerlo mirase el titulo de la cobertura y se preguntase quien es este autor, Proust, y abriese la primera pagina por curiosidad, simplemente por pura curiosidad ya que después de todo este libro le ha llegado del cielo, como fruto divino, y no puedo ya que estoy en ella, magnifica y bella espiral, muchos la comparan a una gran catedral, críticos de gran nombre hasta pueden definir de que manera estaba creada esta catedral que fue su obra, pero yo prefiero verla como una simple espiral, más cerca de la naturaleza que él amaba tanto porqué en ella había encontrado tantas respuestas, inmensa espiral como es la vida y es mi vida ahora leyendo a Proust.

Transformación

Transformación

Ô Soleil protecteur, ouvre ta porte
De clarté d´or, qui couvre la Personne
Du Dieu de Vérité,
Afin que moi, chercheur de vérité,
Je le regarde.

Ishôpanishâd

Hoy me he preparado un arroz a la africana.

Hoy, día de mucho sol, de un sol amarillo, fuerte, potente como una llama de fuego, intenso como la mirada de un león. Despertando mi piel, mis sentidos.

Desperezando el hambre, la memoria del comer. Y es así como he cocinado el arroz a la africana escuchando a Dead can Dance, dejándome llevar por el recuerdo del exquisito arroz que Maimouna preparaba.

Decia Maimouna:

- Hay que hacer una comida con ritmo. Es decir con agilidad. Canta, baila, ríe, sonríe. Da energía positiva a todos los condimentos que Allah te ofrece en abundancia, regalo de la tierra. Agradece este don que alimenta tu cuerpo y tu alma.

El sol y la comida eran, para mí, como una especie de sinfonía interna en aquellos meses de intensos calores que pasé en la bella y antigua ciudad de Saint-Louis, vieja capital del Senegal. Por la mañana, en las vacías y azafranes playas, la luz real del cielo me acompañaba en este renacer mío, ofreciéndose en acaricia de fuego y energía. Y por la noche, durante la preparación de la cena, los aromas intensos en la cocina de la familia Gueye me alimentaban el alma, que tambien gusta de los olores y de los sabores.

Nosotras reíamos mucho, cocinando. Maimouna tenía una risa cristalina, casi marina. Esta risa suya, tan amable y buena, fue la que me permitió entrar en aquella vida, risa que me abrió a la deidad de la ternura y del don, que me ayudó a abrir mi piel, a transformarla.

Siempre he pensado que en otra vida yo fui negra, negra como lo era Maimouna, de la raza de los Woolofs. Negra mi hermana africana, negra como el carbón, con ojos que brillaban cual piedras, de estas piedras mágicas que llevaban los brujos, o Marabouts, para estudiar las constelaciones del futuro. Sus manos iban y venían como dos mariposas oscuras, casi azules, misteriosa danza sobre la sartén, suaves manos, volando sin parar sobre los condimentos, dándoles fuerza y energía, triturando, dividiendo, separando o juntando. Todo un juego de magia en las largas noches de Saint-Louis, mundo de sabores y de olores que yo nunca había podido imaginar.

Por las mañanas yo era como un lagarto, un lagarto mi cuerpo estático sobre la arena, un lagarto, escuchando a lo lejos las voces de los niños jugar, chillar, reír. Una inmensidad misteriosa me rodeaba y yo, en silencio y como parada en el tiempo, dejaba que aquel calor resbalase sobre mí con una fuerza casi humana o fuerza de un dios, que es lo mismo. Esta fuerza me invadía, y me abría al rezar de los lagartos, transformando poco a poco mi vida en una felicidad inconmensurable y que me recordaba la felicidad de estar ahí, en medio del Sahel.

Se había despertado la voluntad de cambiar, radicalmente. Llegar a ser ceniza y volver a renacer, hija de aquellos grandes espacios ocres, desérticos, indivisibles. Maimouna reía, ella sabia que esto no era posible. En todo caso no en esta vida.

- ¿Y en otra, Maimouna? ¿Crees en la reencarnación?

Y Maimouna no me contestaba, y me hablaba del proceso de hacer una buena salsa de tomate con pasta de cacahuete.

- Es en la intensidad que se hace una buena salsa. Y en la paciencia. Una salsa necesita tiempo y un buen fuego. Nunca olvides los pimientos, que son como el corazón de la salsa. No pongas demasiados, ni pocos. La salsa tiene que ser fuerte, picante pero no tiene que quemar. Tiene que doler pero con sabor, con exquisito sabor... Que el paladar viva el sabor con lentitud, como un suspiro, una nube de agujas. Que la boca sienta el calor que lentamente se apodera de todo, pero con suavidad, de la mente, de la piel, de los órganos, un abrazo del cuerpo entero, de los pies a la cabeza. La salsa tiene que tener el sabor del amor, su jugosidad, rojo su color como la vida, como la sangre. Los poros de la piel tienen que abrirse y así el cuerpo podrá respirar, liberarse, limpiarse. Que los sentidos, todos, canten y se expandan. ¿Me entiendes?

Y se reía, haciendo un gesto con la cabeza en dirección de los hombres que esperaban afuera, en el pequeño patio. Eran muchos, hermanos, primos, vecinos. Hablaban fuerte y animados, mientras nosotras preparábamos la cena. Discurrían sobre política y economía. Con grandes gestos y grandes carcajadas. Sentados en cuclillas me recordaban a inmensas ranas cantando bajo la noche.

No llovió nunca en Saint-Louis, durante mi estancia. La playa fue mía, mi lugar de reposo, mi santuario, mi cama de arena. Me puse tan morena, tanto como las esbeltas mujeres de Mauritania. Maimouna me miraba de reojo.

- Yo desearía ser blanca, decia, y tú deseas el espesor de mi color. ¿Cómo es esto? Nos habremos equivocado de vida, quizas.

Mucho más tarde, años, ella se transformó en una blanca, con cuerpo de reina africana. Pero esto no lo sabíamos, entonces.

- Un arroz a la africana es alquimia, amiga. Transformación. Cambio. Así es de todo. Así tambien de los amores, de los deseos, de las inquietudes. Así es de tu vida, de la mía, de la de mis hermanos.

Hoy he hecho un buen arroz a la africana para recordar los cambios en mi vida y para honorarlos. Y para recordarte, Maimouna, amiga que fuiste de mis noches africanas.

Mis hermanos

Mis hermanos

Laika, el drama de los Perritos de la Pradera es simbólico del drama de la naturaleza en general: ¡no tienen un buen abogado para defender sus derechos!

Llegará un día Laika, donde quizas existirán abogados para defender los derechos sea de animales, es decir de un ecosistema, sea de parcelas de tierra, que es lo mismo. No puede, no tiene que tardar mucho este día ya que las cosas, si siguen a este ritmo, no anuncian un buen final. En tiempos nuestros, ser visionario es fácil.

¿Me entiendes, Laika?

Pero tenemos la manía de decir que no pasa nada. No pasa nada si los japoneses cazan, sin vergüenza, a las ballenas. No pasa nada si vamos construyendo autopistas y haciendo desaparecer bosques. No pasa nada si el aire que respiramos es todo menos aire puro. Y no pasa nada si unos Perritos de la Pradera, en algún lugar no muy lejano, están desapareciendo a la velocidad de la luz.

Bof. No pasa nada, decimos.

Bueno, yo digo que sí, que pasa.

Laika, escucha. A mi no me gusta que desaparezcan bosques, en realidad me desagrada mucho. Me pone nerviosa pensar que todos los habitantes de estos bosques ya no estén. Me duele pensar en los arboles que habían, en la fauna que los rodeaba, en la atmósfera que existía en este lugar que ya no es. Me hace daño y no lo acepto.

Me pongo triste cuando hablo con crios que no saben lo que es un conejo, por ejemplo. O que nunca han visto una araña y su maravillosa telaraña. O una abeja bailando sobre una flor.

Pero volvamos a la problemática de los Perritos de la Pradera, estos roedores simpáticos e inteligentes que viven en las praderas americanas y hacen parte integrante, desde centenares de años, de un ecosistema rico y sabio, como lo son todos los ecosistemas.
Y es que en el mundo en el que vivimos solo cuentan, más o menos, los beneficios. Cualidad de vida, humanismo, naturaleza ya no son ideales importantes, en realidad es como si ya nada contase, tuviese valor. La vida misma, el ecosistema, todo lo que hace la belleza de un lugar con sus múltiples formas... Así van desapareciendo los bosques y sus magníficos mundos. Y sus magníficos animales.

Mientras tanto los Perritos de la Pradera son liquidados sin merced, con la bendición de los políticos que han legalizado el exterminio total de estos roedores. Dicen que son peligrosos cuando los peligrosos son ellos, los grandes y expansionistas rancheros que solo piensan en hacer crecer el campo de sus actividades benéficas. Esto está pasando en Estados Unidos en lugares dónde está prohibido tener un Perrito de la Pradera en casa, pero está permitido matar, torturar, quemar, ahogar, aplastar, estrangular a un Perrito de la Pradera. Este drama, que podría parecer un drama ajeno y hasta dejarnos indiferentes, es un drama que nos concierne todos, americanos como españoles, canadienses como ingleses.

Estamos hablando de un crimen contra la naturaleza, contra la vida y contra la tierra. Estamos hablando de un genocidio en el reino animal, de una gran injusticia no solo en contra de los Perritos de la Pradera pero de todo este ecosistema del que te estaba hablando, con sus diversas formas de existencia, del reino vegetal al reino animal, de la vida microcósmica a la vida mamífera, con sus bellísimos insectos, sus ricas plantas, su poética verdura, sus ciudades de roedores, y sus aves salvajes... En realidad todo un sistema que los rancheros han decidido aniquilar, aprovechando un régimen que tiene como presidente un ranchero que solo cree que el fusil (o revolver) es valido.

Un día, lo presiento, un abogado irá a la Corte para defender la tierra de un animal en vía de extinción. Defenderá este animal alegando que él fue el primero en habitar estas tierras que el hombre ha decidido de tomar en posesión y destruir. Defendiendo este animal delante la justicia, este abogado, este hombre del futuro, defenderá una parcela que es tuya como mía, que es nuestra parcela a todos, nuestra tierra y la tierra de nuestros hermanos los animales.

Para una excelente información sobre los Perritos de la Pradera podeis ir a la siguiente dirección:

www.prairiedoglover.com

Juntas

Juntas

Yo sé que en algún lugar de esta gran eternidad misteriosa tú y yo nos dimos un día cita... y decidimos hacer juntas el viaje del nacer.

En una entraña tierna y suave fuimos a parar tú, mi gemela, mi amiga, mi hermana; y yo, tu espejo. Unidas, para siempre.

Hoy, Marianne, pienso en ti. Hoy es mi cumpleaños y el tuyo, por supuesto. Aunque no estés presente, aquí te tengo, en la punta de mis dedos, y tambien en un lugar muy secreto de mi corazón. Este mismo día pero hace muchos muchos años, decidimos salir al aire libre, dejar de lado aquella nube espesa y ligera, separarnos. Un 22 de abril respiramos por primera vez oxigeno y por primera vez lloramos. Yo tomé la iniciativa y tú me seguiste.

Marianne... que difícil ha sido esta vida, sin ti. Decidiste vivir solo tres días y así te fuiste, en un silencio me dejaste. Que difícil, sí, Marianne. Y creo que nunca he aceptado tu partida.

En algún lugar tú y yo aprendimos a nacer, a formarnos y durante aquellos días eternos e inclasificables, estuvimos una al lado de la otra, siempre acompañadas, siempre unidas, comunicando con gestos y con un lenguaje mental y telepático, estudiándonos en medio de una complicidad absoluta y bella.
Ayudándonos, descubriendo, haciéndonos.

Y estoy segura que los primeros gestos de juego fuiste tú quien me los enseñó, en el vientre de nuestra madre. Y las primeras travesuras, los sueños que intercambiábamos, las sensaciones, las emociones. Y tambien quizás me hiciste entender que tú te irías antes.

Pero lo que más me emociona es pensar en tus ojos fijos sobre los míos. O en como mis manos rozaron tus pies, o mi espalda acarició tu cabeza. En tu cuerpo tan igual al mío, en tu sangre, mía, en tu energía que era mi energía. Hermana gemela, espejo amado, maestra y guía de una noche sin fin y de una noche azul... Simplemente me emociona pensar en lo que nos dijimos sin necesidad de nada, simplemente lo que nos dijimos en aquella estratosfera impenetrable y suave como el vientre de una ballena. Un lenguaje prenatal, inteligente, sabio.

Hoy, no sé por qué, siento tu presencia y tu ausencia. Hoy, sé, estás aquí, al lado mío, como en aquellos meses de nebulosidad interna. Y hoy tambien sé que nunca podré buscarte en ningún otro lugar que en mi mundo interior. Ah, Marianne, siempre, siempre estarás aquí.

Feliz cumpleaños, Marianne.

Mi amiga la rabia

Mi amiga la rabia

A veces, Laika, hay momentos de gran silencio.

Te digo esto, mi querida Laika, porque durante estas ultimas semanas no he podido venir aquí, contigo, a compartir mis penas y mis alegrías. No porqué no quisiese, pero porque no podía. Estaba en medio de un torbellino, no era ni capaz de tomar este espacio para mí.

Ahora todo ya ha terminado, como una gran pesadilla que acaba su papel de pesadilla y deja llegar un poco de luz clara.

Las pesadillas son importantes. En ellas nos peleamos con monstruos que aparecen de la nada, es decir del fondo de uno mismo. En cada pesadilla luchamos para sobrevivir y siempre, si queremos, salimos de la pesadilla más fuertes y más valientes. Este es el papel de la pesadilla, hacernos ver nuestra fuerza y nuestra valentía...

...Vino, hace 3 semanas, un hermano de mi padre a visitarnos. Este personaje, con los días, se ha transformado en un monstruo implacable. Durante 3 semanas me he peleado con él, con lo que él despertaba en mí, la rabia. He acabado rendida pero he ganado la batalla. Soy una buena caballera, una luchadora, una mujer valiente. Esto mi tío no lo sabia.

La rabia, mi amiga, me ha abierto los ojos. Me ha hecho descubrir hasta que punto mi paciencia tenia sus limites, hasta que punto mi bondad tenia sus limites. No es fácil ver estas cosas, y aceptarlas. Nos enseñan, desde muy chiquitas, que una lo tiene que dar todo, que una lo tiene que aceptar todo, hasta la mala educación y la insolencia. La rabia me ha hecho chillar un NO espeluznante. No espeluznante para mí, pero para mi tío. Este, al oírlo, se ha escapado el rabo entre las piernas.

La rabia, esta fuerza que puede destruir, me ha construido. Y me ha mostrado que la generosidad, frágil flor, no todos la merecen. En todo caso mi tío no se la merecía.

Evidentemente me he cansado mucho y ahora estoy como después de una batalla, muy fatigada, un poco despeinada, por dentro y por fuera, un poco pálida.

Tambien he aprendido que para afrontar monstruos hay que protegerse, llevar una buena capa de hierro, lo que quizas me faltaba un poco. Pero bueno, con el tiempo...

Durante estos días tan duros es verdad que siempre has estado a mi lado, dándome coraje y buena energía. Tambien mis dos perritos de la pradera, mis dos angelitos sabios, Buda y Shiva. Y Claude, mi compañero. Entre todos nosotros, unidos y valerosos, hemos salido de la pesadilla.

Ahora: un poco de descanso, muchas vitaminas. Todo vuelve a la normalidad. Aquí estoy, amiga Laika. ¡Viva y fuerte!

Un tren

Un tren

Es un tren de ángeles habitado

pero una maquina devoradora
rumbo infierno.

Un tren alegre y vital

pero un monumento de hierro
apuñalado por el destino.

Ah... tren, mi amor de tren
que va, va...
Tren de mi vida, lleno de vida,
de proyectos, amores, pasiones,

tren insensato
tren barbarie

mi amor de tren que va y no vuelve.

Es un tren, un simple tren
con obreros como tú y yo,
con chicos y chicas,
madres
padres,
amantes y amigos...
un nuevo día que todos emprendían
tantos sueños y deseos
y
cuantas conversaciones, diálogos inacabados,
cuantas escenas petrificadas en el espacio gris
cuando estalló la maldad
y el sadismo.

El aire quebró el aire
el aire abrió la vida,

el día, la luz,
la dignidad lloraron.

Sí, yo digo que este tren tan amado
tan odiado
estaba habitado por ángeles
que se habían equivocado de camino,
y de amores que se rompieron
sorprendidos,
de alegrías violadas
por la rabia.

Tren, tren, tren,
ningun día olvidaré este día
de clavos y de dolor
de trenes llenos de angeles
en manos de la infamia.

Entre una hija y una madre

Entre una hija y una madre

Madre, ¿me perdonas?

Y el silencio me responde. Es muy tarde, no puedo dormir, he cerrado los ojos...

A veces hay días en que tengo cita con ella, aquí, dentro de mí. Cuando necesito volver a verla, a mirarla, a estudiar su faz redonda y agradable, su mirada tan brillante, sus largas pestañas.

Madre, perdóname... ¿Qué no me oyes?

Recuerdo sus manos que eran anchas pero con dedos muy largos. Recuerdo aquel día de invierno cuando las sentí temblar apoyadas sobre mi brazo y lo mucho que me dolió aquel temblor de vejez. ¡Cómo me enfadé! Con migo y con los ancianos y con la vida misma. Y mi mal humor fue como una chispa en el aire y sé que te dolió como si te hubiese abofeteado.

Dónde estas, madre querida que he amado tan mal. Madre separación, madre misterio. Donde, como. ¿O acaso no sabes lo mucho que te necesité entre el odio y el amor? Lo triste que luche para no parecerme a ti, lo mucho que aprendí con el rechazo y el desprecio.

Y que pasa. Las hijas tenemos a nuestras madres como guías, como ejemplos, nuestras madres que son aire y pan. Ellas nos muestran una visión del mundo que acaba siendo nuestro mundo. Tú fuiste la que me enseñaste que los hombres no eran buenos. No parabas de criticarlos, de señalarlos con desdén y cinismo. Yo supe, desde jovencita, odiar a los hombres. Y a largo plazo a la vida. Y a despreciar al primer hombre, mi padre. Y a partir de este aprendizaje mi vida siguió un camino. Y que no siempre fue un buen camino.

Ahí, en este espacio de odio y de búsqueda, de descubrimiento y lucha, empecé a separarme de ti. Ahí, en el recodo del mal amor, de la pasión, del sexo reprimido y liberado a la vez, empecé a juzgarte. Y claro, madre, a juzgarme, claro, claro, claro...

Pero no fue tu culpa, yo te he perdonado. Hay que perdonar la mala educación, hay que compatir cuando enfrentados a la represión ajena que tarde o temprano se vuelca en contra de nosotras mismas. Yo te he perdonado, madre. No fue tu culpa. Como no fue tu culpa que yo me revelara. No fue culpa tuya tus limitaciones, ni las mías. ¿De quien, pues? Ah, esto es otra historia...

Perdono la visión cerrada que tuviste de mí misma, que era la misma que tenias de ti. Perdono el abismo que había entre tú y padre, que fue el que busqué en mis parejas. Sí...

Pero un día, un día espeso, húmedo y muy importante en mi vida, quizas el más importante, me liberé de ti, me liberé de mi madre sacrificando mi maternidad sobre una cama de quirófano.Y cuando salí de la clínica de Morgentalor supe que nunca más la visión de tu mundo sería la mía.

Y en agosto, recuerdo, oyendo las grandes tempestades de aquel verano tan triste, empecé mi propia educación a la vez que empezaba el duelo de una vida que yo había rechazado. Sí, madre, aquella cría que hubiese podido ser fue sacrificada para que yo pudiese amarme, finalmente.

Hoy te pido perdón por mi silencio que me ayudó a cambiar de camino, por mi rechazo y por haberte juzgado en todo mi itinerario de mujer adulta. Por haber creído que eras responsable de mis faltas y mis tropezones. Por haberte tenido responsable de mis decisiones drásticas y dolorosas.

Por no haberte nunca pedido perdón.

Tú, tú eras simplemente una madre, simple, buena, inconsciente. Hiciste lo que pudiste, lo que supiste. Nada más aunque yo quisiese más. Aunque yo pidiese a gritos lo que tú no me podías ofrecer...

Ah, esta noche es pesada y amarga. Contiene espacios de incomunicación, de penas, de palabras calladas por el miedo y el temor.

Madre, ¿me perdonas?

No... No respondas. No pido nada, no quiero nada. Tenemos tiempo, tú en la eternidad y yo en este camino interior.

Escuchando: Musique de film, Les Choses de la Vie de Philippe Sarde