Blogia
meditandoconlaika

La sonrisa de mi madre

La sonrisa de mi madre En la foto pareces una actriz de película, el pelo tan negro que tenias, un poco ondulado. Y estos vestidos que llevaban las mujeres de tu época, muy acampanados. Ah, y los tacones...

He venido a buscar tus cenizas aquí, en la montaña de Colserolla. Es domingo y hace fresco. Todo está muy verde, es como el otoño aún, nuestro otoño canadiense. A ti tambien te gustaba el frescor, más que el calor.

He llevado esta foto conmigo para que me hagas compañía en este trayecto extraño y difícil. Así no me sentiré tan sola.

Eras muy guapa, mamá. Y elegante. Y coqueta. Tenias facciones de muñeca. Eras de estatura mediana, llena de una vitalidad sensual. No nos parecíamos en nada, físicamente. Yo era como el padre, decías siempre con hincapié. Esta hija no se me parece en nada, afirmabas. Es como él. Mismo carácter, mismo mal carácter. Un monstruo.

Sonríes. ¿A quien? En tu cara suave y dulce hay como una nostalgia, un toque de romanticismo.

Ah, madre, madre...

De pequeñita yo no podía vivir sin ti. Cuando no estabas, mi mundo se apagaba, perdía su color, se transformaba en algo sin forma, sin fuerza. Eras, en aquellos años, mi vida, mi sol, mi aire, mi agua.

Ay, Llydia, me estoy muriendo...

Algún día olvidaré aquella habitación y los gemidos de una mujer muriéndose sobre una cama de hospital. Y cuando sea mi turno, será sin madre.

En la foto estás soltera. Se nota en tu porte, altanero y libre. En tu mirada directa, en tus ojos brillantes.

Siempre he oído lo mismo, que habíamos sido tu desgracia. ¿Por esto nunca he querido tener hijos? ¿Que nunca quise ser una madre? Para no repetir esta maldición, esta cadena familiar.

Tenías una boca preciosa y una tez cálida y tierna. Una frente muy ancha, llena de imaginación, de miedos, de inseguridades. Sí, me has transmitido todo esto, la imaginación, el miedo, la inseguridad y la culpabilidad, que tú tambien tenias pero que nunca quisiste asumir. Yo la asumí en tu lugar, esto es frecuente entre madres e hijas.

Cuanto amor y odio, odio y amor entre una madre y una hija.

Nos hemos peleado toda la vida, ¿recuerdas? Yo era la rebelde y tú nunca aceptaste esta rebeldía. Ni tampoco mi inteligencia. Ni mi fuerza.Pero tu eras más sabia que yo, más inteligente y valiente.Sin embargo, incapaz de ver estas fuerzas en tí, tampoco las viste en mi. Y yo ignoré tu Persona, tu Ser. Siempre luché para combatirte. Hoy, simplemente, me pregunto el por qué. Y no encuentro, en mi profundidad, respuesta.

Es un día fresco, casi frío. Y no puedo abrigarte, consolarte, no puedo hacer nada para que me perdones. No puedo reparar el tiempo, que hace hoy de mí tu hija sin madre. En esta pequeña foto en blanco y negro, aún no eres mi madre. Creo que fuiste feliz, en algún lugar, esto quiero creer. Te quiero ver feliz, riendo.

Es lo único que deseo, en este domingo parado en el tiempo de mi vida. Que seas feliz.

9 comentarios

rosa -

Llidia, he visto tu blog hoy mirando en la de otros,este en particular me ha emocionado, mi madre se ha muerto hace un mes, y no me atrevia a publicar lo que tengo escrito,sobre ella me parecia demasiado intimo.Pero estoy de acuerdo con lo que dice Iris,has sido muy sincera, y de alguna manera has liberado tus sentimientos compartiendolos.
Besos
Rosa

Iris -

Llydia,
Seguramente lo verdaderamente importante es que seas capaz de ver todo eso en tu interior, sin engaños, sin concesiones a ese momento en el que parece que sólo halagos han de salir de nuestras bocas.
No hay mejor regalo que la sinceridad en la palabra y en el sentimiento. Eso nos hace coherentes.
A mí me gustaría que aquellos a los que amo fueran así de sinceros conmigo y con ellos mismos.
Felicidades por toda la nobleza que se desprende de tu texto.
Besos arcoiris

reatratado -

Entraña en estado puro. Muy señora mia esa entraña suya es lo que acaba de emocionarme, sobremanera.
Solo me molesta llegar hasta aquí cliceando al Ardi ;-) al que le doy las gracias. Por cierto oveja cuanto echo de menos esos vellos pubicos. En fin, querencias machistas. Nos vemos, un beso

Chihiro -

Casi me dejas sin palabras porque te entiendo muy bien.

Que tengas una buena entrada en el 2005!

Ardi -

Eloísa tendió la mano. Y aquella mano reservada, a veces altiva, a veces huidiza, agitó ondas en el aire y llegó a la suya. No era una mano fría ni cálida. Era una mano sin temperatura, y apenas tenía tacto, pero era de suave terciopelo. Era una mano luminosa. Le cogió los dedos como cuando era niña. "Este dedito robó un huevo, éste lo coció, éste le puso sal, éste se lo comió y el pequeño se enojó porque nadie le ofreció". Eloísa sintió que aquel vacío que experimentaba iba desapareciendo. La luz entraba en su mano, llenaba su brazo, completaba su cuerpo. Cuando la mano amiga se retiró, Eloísa estaba colmada de energía y una sonrisa iluminaba su rostro. Una brisa trajo susurros: "una obra bien hecha". :-)

llydia -

Corazón, amiga... gracias por tu presencia. Y aprovecho para desearte un buen año nuevo.

Un gran beso,

Corazón... -

Querida Ilydia, felices fiestas decembrinas!

He leído con detenimiento aquéllas letras que le dan vida a tus sentimientos...

Que tanto nos puede recordar una foto? Tantos sentimientos encontrados. Lo mejor de todo es que a pesar de tantas cosas vividas tú ahora sólo pides una sola cosa: Que sea feliz...

Es la nobleza de tú corazón la que habla por ti :)

Besos y saludos!

;o)

llydia -

Gracias Ardi. Y para tí tambien, un feliz año 2005. :)

Ardi -

Amor y odio, es una frontera tan tenue la que hay entre ambos sentimientos. Y no suele haber un por qué. Esa reconciliación absoluta en un domingo en el que deseas felicidad... es el síntoma más claro de que era más el amor que el odio. Opuestas (¿o demasiado iguales?), pero más unidas de lo que ambas pensábais. Supongo. Feliz año 2005, ya que la Navidad estuvo empañada. (k)