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meditandoconlaika

Deseo

Try to guard them, poet,
however few there are that can be kept
The visions of your loving.
Set them, half hidden, in your phrases.
Try to sustain them, poet,
When they are roused in your brain
At night, or in the glare of noon.
Cavafy

En el sueño un hombre me desea. Es, simplemente, una historia de deseo que me llena de alegría y felicidad. Y al despertarme soy agua y luz.

Todo el día he pensado en el deseo. En las veces que he vivido esta energía tan potente. En los hombres que han despertado en mí este fuego incandescente, único. Y por qué con ciertos hombres sí y con otros no. En la lección del deseo en la vida de una mujer. En mi vida.

Recuerda, amigo... No hace tanto tiempo. Estuvimos juntos unos días de verano, quizas era en agosto, aquella cama que yo abrí, de un tirón, y tú me esperabas con tus brazos abiertos. Y me abriste mis brazos, y más que mis brazos. No solamente el cuerpo me abriste pero mucho más, mi corazón y hasta mi alma.

El deseo... El deseo entre un hombre y una mujer. La llegada de esta energía que hace que en nuestras miradas aparecen estrellas y nuestra cabeza es la tierra que da vueltas y vueltas... Esta fuerza que une cuerpo y alma a la vez. En la mente, en la piel el deseo vibra y hace vibrar.

Hay juego, cuando un hombre y una mujer se desean. Hay mareo. Hay risas. Y los sentidos, todos, se despiertan y vuelven a nacer el hombre y la mujer.

Era una cama muy ancha, muy larga. Tú habías llegado de muy lejos, apenas nos conocíamos. Y de repente, entre las sabanas, te reconocí.

¿Será el deseo fuego abrasador? Llama que enciende una luz interior y es como si todo se dejase ver como la primera vez, con la misma inocencia de antaño, con la misma sorpresa. El cuerpo se despierta después de un largo invierno. El deseo es primavera, es amanecer. Uno anda sobre una tierra húmeda, rica, materna y fuerte. Los besos entonces son palabras de la brisa. Besa, bésame hasta que me olvide de quien soy. El deseo borra la memoria. Solo gime este presente, este momento entre tú y yo. Esta unión inefable. Este contacto entre lo divino y lo carnal.

Aquel verano, recuerda, hice el amor como con la vida misma. Mi cuerpo se expandió y me abrió mi universo interior. Crecí, gracias a ti.

Mira, mira, no tengas miedo de mirar como se aman el hombre y la mujer que se desean... Ve como de repente las manos acarician con más profundidad y delicadeza, como manos de músico, y estos cuerpos que bailan en unión, en conjunto, al mismo ritmo. Ya no hay batallas, diferencias, lucha. Hay, al fin y sobre todo, armonía.

El deseo que nos unió, aquellos días tan extraños, fue una enseñanza sabia y bella. Aprendí que mi piel era suave, buena. Que mis ojos podían brillar como la luna. Que mi cuerpo era el instrumento más rico de sobre la tierra, fuerte como un árbol, resistente como el agua, vibrante como el sonido. El deseo hizo de mi cama un prado verde, vivo. Lloré, chillé, reí, gemí... Y nunca, nunca me sentí sola. Tú, amigo mío, fuiste mi guía.

2 comentarios

Corazòn... -

Hola que tal?

Bueno, el texto precioso y los sentimientos màs!

Descubrir cada dìa, sentirlo y vivirlo es lo màs importante de la vida. Tenerlo presente y vivirlo cuando mejor nos apetezca, que maravilla.

Un saludo.

;o)

Sergi -

Yo antaño pensaba que el deseo era la antesala de algo más profundo aún, algo que socavaba las entrañas de la sensación para echar raíces en el sentimiento. Pero no, con el tiempo aprendí que la vida es un algoritmo caprichoso. Porque he vivido deseos incendiarios, he ardido en esas piras, y no siempre hubo amor. Y aún más, he sentido la fuerza de la vida en mi corazón, latiendo por alguien, sin vivir el deseo, a veces no fui yo, a veces no fue ella.

Tremendo y dulce misterio.

De nada. Por cierto, me gustaría que leyeras un cuento mío que colgué en el blog hace tiempo, se titula "El desconocido", y está en los archivos de Mayo, concretamente en el día 26, Miércoles (no sé cómo enlazarte aquí un artículo concreto, sólo la dirección de mi blog bajo mi nombre).

Saludos desde Madrid.