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meditandoconlaika

La merienda

Personajes:

Laika, pastora belga
Salem, gato callejero y vulgar,negro
Ella, dueña de Laika y de Salem
Invitadas

En un comedor 8 mujeres están reunidas para una merienda de verano. Hay, sobre una mesa, bocadillos, vasos y un recipiente con sangría. Las mujeres hablan muy animadamente y parecen estar de buen humor. A un lado del comedor un perro y un gato estudian el espectáculo.

Salem: Míralas, míralas, son como gallinas locas, que pesadas...

Laika: Pero que dices... si son muy simpáticas!

Salem, mira fijamente las piernas de una de las mujeres: Estas piernas me molestan, quiero arañarlas.

Laika, abre los ojos con espanto: ¡Ni te atrevas! Ella se enfadaría mucho, son sus invitadas y no puedes hacer una cosa tan horrible.

Salem, bosteza estirandose hacia delante: Tú no eres quién para decirme lo que tengo que hacer o nó. No faltaría más. Que un perro me mandase, decidiese de mis acciones... ¿Acaso no sabes que los gatos no aceptamos orden de nadie? Por algo fuimos dioses, en aquellos años de nuestra gran Gloria.

Las mujeres beben y fuman, es una tarde de verano húmeda y fuera hay un gran sol valiente y fuerte que lo quema todo. Pero dentro del comedor es como estar en medio de un gran vientre tierno.

Salem, se ha vuelto a sentar sobre su posterior y ha tomado una pose de figurina : No me gustan las reuniones de familia, los grupos excitados y excitables, las voces estridentes. ¿Cuántas son? Demasiadas. Han llegado como una oleada de mar, intransigentes en sus gestos bruscos, animadas y pesadas. Son mujeres. Las mujeres son así, como gaviotas tontas y hambrientas.

Laika, nerviosa y febril: Si, pero son simpáticas. Ya me han acariciado cada una de ellas el hocico, y me han dicho cosas deliciosas ¨ Que perra tan bonita, que pelo tan suave y negro, que cuerpo tan esbelto... ¨ Me miran y ven en mí la loba escondida detrás de mis ojos pardos. Ven en mí la perra sabia y dócil que soy, la amante del contacto, la guía de la oscuridad dónde el alma no sabe cual rumbo tomar. Soy Laika, perra entera y sincera, presente y compañera.

Salem, bosteza abriendo grande su boca dónde puede verse su dentadura fina y blanca : Continua y voy a dormir hasta el verano próximo. ¡Que pesada que eres! Siempre buscas dos colas en un mismo rabo. ¡Que suerte la mía de no haber nacido perro! Yo no necesito un espejo para verme, amiga mía. Yo soy entero y presente ante mi mismo. No necesito que me adulen o me engatusen. No me importa el gentío. No me importan los otros. Vivo, existo y esto para mí es suficiente.

Laika, fijando un punto, Ella: Mira como ríe. Parece una niña traviesa cuando ríe de esta manera, como si la risa fuese agua que resbalase de sus labios. Que suave su expresión en este instante dónde se rompen sus ojos en mil estrellas y su piel toma el color del melocotón cuando la alegría le hace resbalar la cabeza hacia atrás y que el cielo parece golpearle la frente.

Salem, taciturno, sombrio: Ha bebido.

Laika, sonriendo, la lengua salida: No solamente ella, todas ya han bebido bastante de esta poción que Ella preparó ayer mientras escuchaba a Francis Cabrel. ¿Qué tendrá este liquido rojo y suave como la sangre que las hace reír tanto? ¡Que misterio!

Salem, altanero: Están borrachas, todas sin excepción

Laika: Que no... están contentas, simplemente.

Salem, frío, intransigente: Me molesta esta alegría.

Laika, mueve el rabo a una velocidad estridente: Pues a mí me encanta. ¡Que feliz que soy cuando veo la felicidad en los otros! Cuando puedo discernir la complicidad y el juego, el gesto amable, el cuerpo ligero, flexible, dócil. No hay tormenta, ni nubes negras ni truenos. Hay solamente una gran paz que baila con palabras sin importancia, historias estúpidas y tontas, caricaturas y payasadas. Es una merienda muy entretenida, para ellas es como una demora, un descanso bien merecido.

Salem, lamiéndose una de las patas delanteras con mucho cuidado: Es curioso que todo lo veas de esta manera, tan simple, tan inocente. Todo te parece correcto, siempre estas de acuerdo en todo. Que asco.

Laika: Huele, huele el buen pastel de queso que ha traído una de ellas de la cocina. Hmmmm, que rico.

Salem, continúa haciendo su aseo como si de nada: Eres un caso. Eres como ellas, un cerebro limitado, yo diría casi vacío como el cerebro minúsculo de un mirlo. Sin consistencia, sin potencia. Hasta vuestras grandes alegrías son insignificantes.

Laika, seria: ¿ Qué sabes tú de felicidad si siempre estás más serio que un pingüino?

Salem, una pata delantera en el aire: Cuidado, que mis uñas son como finísimos hilos de plata y cuando cortan abren en profundidad.

Laika, parpadéa ligeramente: No me das miedo. Yo, con mis molares, puedo romperte el pescuezo en un decir. Si quieres, probamos.

Salem, ríe pero con ironia: Hasta en esto eres inocente. En un segundo puedo quitarte los ojos y hacer de ti una perra inútil y desgraciada. Que miseria ser un perro y no apreciar la fuerza y el peligro. Me das asco. ¿Cómo haces para no apreciar mi inteligencia y mi astucia? Te sorprende un rimero de mujeres histéricas y en cambio no reaccionas ante el animal más peligroso de este rebaño aquí presente. Hay que ver lo naïve que eres, y esto que ya tienes 3 años. Pero sigues siendo como un cachorro.

Laika: Posiblemente tengas razón. Eres un ser peligroso y negro, como el color carbón de tu pelo. Te respeto porqué no me gusta el combate, soy un ser de paz, yo. Veo lo bueno en todo, hasta en lo malo. Así me lo han enseñado mis antepasados, en mis genes. No le puedo hacer nada, este es mi camino.

Salem, sarcástico: Tú y yo como el Ying y el Yang.

Laika, de repente frenética y excitada: A estos dos señores no los conozco. ¿Qué no hueles el pastel de queso? Tengo hambre...

Salem, cierra los ojos: Vete, vete... Lárgate ya de una vez y déjame solo aquí, contemplando este espectáculo patético femenino de 8 mujeres comiendo un pastel de queso.

Laika: pues sí, me voy. Cada una me dará un trozo de pastel, estoy segura. Hay tres pasteles, uno de fresa, uno de naranja y otro de chocolate. Todos de queso, de este queso de leche de vaca tan bueno y suave que cuando lo comes parece que se cierra el mundo a tu alrededor y estas como en una nube cálida y tierna. Me recuerda mi madre, el queso de estos pasteles. Te dejo aquí, gato antipático y salvaje. Después no vengas y me pidas un trozo de pastel, que no te lo daré.

Salem: No, yo no pido nada. Yo solo quiero que todo esto acabe ya de una vez. Y que todo vuelva a la normalidad.

Laika se acerca sigilosamente hacia el grupo de mujeres. Es una tarde de verano, muy húmeda.

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