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meditandoconlaika

Junio

A veces Ella se pone de mal humor. Ultimamente esto le pasa muy a menudo, sobre todo cuando está con Luisa, su mejor amiga y cuando las dos, sentadas en el comedor, hablan de los hombres.

Es junio y hace mucho calor y yo me quedo quieta mis orejas de perra sabia en punta, para escuchar mejor.

- Es que no sabemos hablar de otra cosa, dice Ella. Es como una obsesión. Debe ser normal, a nuestra edad...

Esto ocurre porque estamos en junio, digo yo. En junio los arboles están todos tan verdes, tan fuertes. Hay como una fuerza telúrica en los aires que trastorna los sentidos. A Ella se le vuelve la mirada triste y le sale el mal carácter.

- ¿Y dónde están los hombres? pregunta Luisa un cigarrillo ruso entre los dientes.

Luisa, me he dado cuenta, lleva siempre cigarrillos rusos y esto desde que sale con un tal Ivanovich. A mí me gusta el olor a bosque que desprenden sus cigarrillos, me recuerdan campos y flores durante la primavera. Es que soy una perra muy romántica...

El ruso de Luisa lo vi una vez, cuando vino a buscarla en casa. Era alto y fuerte como un roble, casi me dieron ganas de morderle pero la mirada de Ella me paró de facto. Era rubio, con unos ojos muy parecidos al gato de la vecina.

- Ivanovich, dice Luisa, ... es un hombre muy abierto. De mente, digo. Para él una mujer tiene que ser fuerte, valiente, libre y sobre todo tiene que haberse leído toda la obra de Goncharov almenos cinco veces.

- Es un romántico.

- No creas. Los rusos son muy así, directos y francos.

Yo sé, ya que yo lo sé todo de Ella, que a mi amada dueña no le gustan tanto los rubios. A ella lo que le gusta son los hombres un poco románticos.

En junio el barrio se transforma en un camino verde y el sol cae como en largos rizos sobre el techo que hacen las ramas de los arboles. Las palomas se han vuelto lánguidas y tranquilas y los pájaros muy traviesos. Hace tanto calor que por las tardes mi Amada decide quedarse tranquila en casa, con un buen libro. Y Luisa viene a cada dos por tres con un pastel de queso para hacerle compañía. Es verano y todo es posible.

- Mira, los hombres son muy complicados, más que nosotras. Quieren una mujer inteligente a ratos, y una planchadora a otros. Una amiga fiel cuando están tristes y una madre cuando están solos. Ay, no sé, no sé.

Nunca están satisfechas las mujeres. El perro de arriba, Toby, que pasa por un viejo sabio callejero (ha visitado Inglaterra) asegura que las mujeres son como el agua, indefinibles. A Toby le gustan más los hombres, pero Toby es un macho. Un día le pregunté si pensaba lo mismo de las perras y me miró con una sonrisa de lado. No le dio tiempo contestarme ya que su Amo tenia prisa.

- A mi un hombre que supiese darme unos buenos masajes en las piernas no me desagradaría, dice de repente Ella tragándose un trozo de pastel de queso que parece delicioso. Mis piernas necesitan mimo, que están las pobres hechas polvo.

Luisa ríe. Cuando Luisa ríe yo oigo campanillas de plata. Yo adoro a Luisa. Un poco menos que a Ella, bien entendido. Pero Luisa tiene algo muy bueno y es que de vez en cuando me da cachitos de pastel sin que Ella la vea. Y me hace un guiño que me hace sentir muy importante.

- ¿No te gustaría que un hombre te tratase como si fueses una diosa griega?
- Depende. Podría gustarme si me viese como su Belona.
- O su Artemisa.
- Hoy en día los hombres nos ven de todo menos como diosas.

Ahí suspiro yo para que se den cuenta que las perras no somos como los hombres y que para nosotras nuestra Ama es nuestra diosa. Cosas de perros.

Ella, mi diosa, siempre se pone triste cuando habla de los hombres. Hay en su mirada como una especie de silencio. ¿Será porqué no hay ningún hombre en casa? ¿Será porqué la soledad, sin un hombre, es algo muy difícil? Yo, desde luego, no entiendo. Yo no necesito a nadie más que Ella, Ella día y noche. No necesito de un hombre que venga y se quede y me moleste o me aparte.

- Y es mejor así, dice Ella suspirando. Es mejor que los hombres nos vean como somos, y hasta que nos envíen a la puñeta, porque así nosotras tambien lo podemos hacer. Enviarlos a la quinta luna, como decia mi abuelita. Y no pasa nada.

Se ve que esto de los hombres y de las mujeres es muy complicado, Pitula, la caniche del cuarto tercera tambien me lo decia el otro día. Además me dijo que por muy caniche que fuese pensaba en largarse a la primera oportunidad ya que sus dueños eran unos pesados, siempre con peleas y gritos. Harta, decia Pitula, harta y uno de estos días ¡ciao!

- Los hombres son mas complicados que un buen pastel de queso, dice Luisa riendo.
- Ni que lo digas, chica. Ni que lo digas.

Se levantan y me dicen que es hora de dar un paseo, que la luna ha salido, y es luna llena y ya ha refrescado y es junio y me siento feliz.

1 comentario

Raquel -

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