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meditandoconlaika

Ojos abiertos

Laika, hoy durante mi clase de Yoga me ha pasado algo muy entrañable.

Ha ocurrido durante la meditación, después de los ejercicios. Yo tenia los ojos cerrados y de repente me he sentido muy feliz. Ha sido como si alguien me hubiese abrigado con una manta de cariño.

Y entonces ha llegado a mi consciencia que esta felicidad era inseparable de los otros, mis compañeros de clase. Ser feliz entonces es fácil, he pensado. Aquí estoy, estirada. A mi lado hay gente que apenas conozco. Respiran junto a mí, largas y profundas inhalaciones que hacen de esta sala un inmenso pulmón humano con varios corazones latiendo en unión, en sincronismo, bailando al mismo ritmo.

Aquí estamos, en silencio pero alertas. Tengo los ojos cerrados pero puedo ver. Me levanto, en mi mente me levanto y los miro, compañeros de este viaje que hemos emprendido juntos, este camino del Yoga pero que es en el fondo el simple camino de la vida. Mi felicidad es tan grande que no puedo guardarla solamente para mí. Me acerco a ellos. Con la mente acaricio pelos, rozo caras tranquilas, toco hombros relajados, piernas, pies... Alegría de estar en vida, aquí, con vosotros. Que esta alegría no sea solamente mía. Mi corazón late, late, bum, bum, bum, bum, este es mi corazón, mi corazón pero tambien el nuestro, no puedo diferenciar, separar. Todos estamos en este mismo mar azul que es la vida, que es esta clase que está a punto de terminar. Que felicidad saber que siempre habrá compañeros y que todos seamos hijos de la misma tierra, de la misma agua, todos sin excepción.

Me han llegado desde muy hondo unas ganas terribles de besar, acariciar con el borde de mis labios pieles vibrantes, besar tanto misterio suave y fuerte a la vez. He pensado entonces que lo importante era esto, esta presencia inalterablemente bella y natural, el humano. He recordado en aquel momento desconocidos en el metro, en la calle, en los cafés. Parejas de enamorados, ancianos, madres paseando a crios, hombres de negocios con sus corbatas grises, estudiantes... Y todos portadores y portavoces de la fuerza viva e inquebrantable que es nuestra luz interior que hace que tambien seamos hijos del universo.

Pero la clase ya estaba terminando. He abierto los ojos. Nos hemos sentado para recitar un OM en gratitud a todo lo que nos rodea, a toda esta infinidad de incógnitas y enigmas que hacen el Ser.

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