Adiós, Hotel
Laika, he ido a despedirme del Hotel.
El Hotel, mi hotel, el hotel de mi trabajo. Un lugar especial, sin lugar a duda. Un lugar mío, extraño y querido. Un lugar que nunca olvidaré...
He ido en silencio a separarme de él, lentamente y con cariño. He ido a decirle un adiós tierno como si fuese un gran amigo.
Adiós, Hotel de la calle Aragón, que cada mañana me has abierto tus puertas cual dos brazos fuertes. Y en ti he entrado como en mi segundo hogar, mi segunda vida, de pleno, intensamente y con respeto a lo que me ofrecías: trabajo, compañerismo y seguridad.
Adiós a tus paredes suaves y limpias, rectas, perfectas, laberinto de habitaciones y de mundos misteriosos.
A tus pasillos silenciosos dónde he llorado, reído, soñado, reflexionado, meditado.
Un fuerte adiós a tus habitaciones dónde mi cuerpo se introducía en ellas con energía y alegría, con fuerza y vitalidad. En ellas he limpiado, puesto orden, hecho camas de amantes, camas de solitarios, de niños, de ancianos, de mujeres tristes, de hombres misteriosos, de jóvenes pesados y mal educados... Espacios que todos ellos llevaban, llenaban y que luego no dejaban, al irse. Habitaciones dónde en ellas he crecido, a mi manera, y cada gesto era un gesto que se hacia con respeto y humildad, a veces con compasión. Habitaciones que me han enseñado a ser una buena camarera de piso. Y en las cuales nunca sentí la rutina. Y cuanto agradezco esto, justamente, el que nunca me aburriese, en tus habitaciones, querido Hotel...
Adiós a tu movimiento interno, crepitante, a veces delirante. A tu ir y venir de desconocidos, pasantes, extranjeros que llegaban extenuados y que yo sabia reposarían en tus camas como en los brazos de una amiga. Estas camas que mis manos habían hecho con amor y simplicidad.
Adiós, adiós amigo de piedra y de madera, de ascensores que siempre se estropeaban, de directores que siempre rabiaban, de clientes que a veces sonreían. Adiós a tus olores y a tus colores que tomaban tonalidades según el día, según mi día.
Adiós a una Lydia que se sorprendió al ver que en ti, Hotel, se podía ser feliz, se podía ser una misma, se podía crecer y madurar.
Adios, sobre todo, a tus otras camareras de piso que me han acompañado en mi interna ruta, en altos y bajos y que hacían de ti, Hotel de mi vida, un lugar precioso y amado.
Adios, amigo, simple hotel de tres estrellas de una gran ciudad.
Escuchando, con placer, How Insensitive del magnifico Henry Butler
El Hotel, mi hotel, el hotel de mi trabajo. Un lugar especial, sin lugar a duda. Un lugar mío, extraño y querido. Un lugar que nunca olvidaré...
He ido en silencio a separarme de él, lentamente y con cariño. He ido a decirle un adiós tierno como si fuese un gran amigo.
Adiós, Hotel de la calle Aragón, que cada mañana me has abierto tus puertas cual dos brazos fuertes. Y en ti he entrado como en mi segundo hogar, mi segunda vida, de pleno, intensamente y con respeto a lo que me ofrecías: trabajo, compañerismo y seguridad.
Adiós a tus paredes suaves y limpias, rectas, perfectas, laberinto de habitaciones y de mundos misteriosos.
A tus pasillos silenciosos dónde he llorado, reído, soñado, reflexionado, meditado.
Un fuerte adiós a tus habitaciones dónde mi cuerpo se introducía en ellas con energía y alegría, con fuerza y vitalidad. En ellas he limpiado, puesto orden, hecho camas de amantes, camas de solitarios, de niños, de ancianos, de mujeres tristes, de hombres misteriosos, de jóvenes pesados y mal educados... Espacios que todos ellos llevaban, llenaban y que luego no dejaban, al irse. Habitaciones dónde en ellas he crecido, a mi manera, y cada gesto era un gesto que se hacia con respeto y humildad, a veces con compasión. Habitaciones que me han enseñado a ser una buena camarera de piso. Y en las cuales nunca sentí la rutina. Y cuanto agradezco esto, justamente, el que nunca me aburriese, en tus habitaciones, querido Hotel...
Adiós a tu movimiento interno, crepitante, a veces delirante. A tu ir y venir de desconocidos, pasantes, extranjeros que llegaban extenuados y que yo sabia reposarían en tus camas como en los brazos de una amiga. Estas camas que mis manos habían hecho con amor y simplicidad.
Adiós, adiós amigo de piedra y de madera, de ascensores que siempre se estropeaban, de directores que siempre rabiaban, de clientes que a veces sonreían. Adiós a tus olores y a tus colores que tomaban tonalidades según el día, según mi día.
Adiós a una Lydia que se sorprendió al ver que en ti, Hotel, se podía ser feliz, se podía ser una misma, se podía crecer y madurar.
Adios, sobre todo, a tus otras camareras de piso que me han acompañado en mi interna ruta, en altos y bajos y que hacían de ti, Hotel de mi vida, un lugar precioso y amado.
Adios, amigo, simple hotel de tres estrellas de una gran ciudad.
Escuchando, con placer, How Insensitive del magnifico Henry Butler
13 comentarios
Roberto -
lo que es el destinos,
precioso relato
roberto
Corazón... -
¿Sabes? tu post me ha hecho recordar cuándo pise fuera de la maquiladora dónde durante doce años pase parte de mi vida. Ese lugar lo llevo en mi corazón por todo lo que mencionas, por ser mi segundo hogar, por cobijarme con sus paredes. Por todo!
En esos instantes lloraba mucho y me deprimia por todo lo que se quedaba atrás :( Hoy estoy bien, pero ya te digo lo llevo en mi mente y corazón.
Deseo que ese cambio sea para bien :)
Un abrazo enorme.
;o)
Ella -
Hotel de la Calle Aragón.
lydia -
muchisimas gracias por vuestros comentarios y os pido disculpas por el largo silencio. Cambiar de ciudad toma su tiempo. Ahora ya estamos mas instalados y mas presentes.
Debido a que en Blogia tengo problemas en enviar mis textos(ignoro la razón tecnica), me he abierto otro blog en la siguiente dirección:www.meditandoconlaika.bitacoras.com
Espero veros ahí y sin lugar a duda os iré a visitar.
Un gran abrazo,
Muralla -
Bicos. Muralla.
Panurgo -
qts -
Un beso.
almena -
Magda -
Un abrazo para ti.
Ardi -
muralla -
Muchos bicos. Muralla.
rosa -
Espero seguir teniendo noticiasb tuyas, y que me cuentes como te va en tu nueva ciudad. ´
Espero ansiosa tus nuevos post.
Lametones para todos tus bichitos.
Y para tí un abrazo fuerte.
hechi -
Besitos