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meditandoconlaika

Detrás de mis ojos

Detrás de mis ojos Laika, me siento muy cosy, hoy. Ya sabes, muy perezosa, muy mimosa. Sólo quiero cerrar los ojos. No quiero hacer nada... Cerrar los ojos, dejarme llevar por este pulso interior, suave y lento. Afuera puede llover, tronar, puede pasar lo que sea, no me toca... no me importa. Me deja completamente indiferente lo que pasa en el mundo, me es igual. El mundo, hoy, es esta habitación azul. Solamente cuenta este mi cuerpo como medio adormecido, tranquilo debajo de las sabanas y del edredón. Tú, de un lado, y Salem del otro. Y sobre la mesilla una taza con miel y limón. Y libros para acompañarme, dos de Colette, una novela policial de Joseph Wambaugh, Montaigne. Ya está.

Pero más que leer lo que quiero, necesito, es cerrar los ojos. A veces Laika, no es el cuerpo el que pide reposo sino el alma. Hoy me siento así, que no quiero hacer nada, ni moverme ni levantarme ni nada de nada. Solo cierro los ojos...

Cuando cierro los ojos entro en un espacio como fuera de tiempo. Reina un silencio espeso y reconfortante. Y aquí, detrás de mis ojos cerrados, tengo la impresión que afuera hace mucho frío, que está nevando, que está haciendo una tempestad de nieve y de hielo. Y yo estoy aquí, recogida, abrigada, protegida.

Debajo del edredón es como estar dentro de una cueva. Me gustaría, aunque fuese un rato, volver a ser una niña.

Y de repente pienso en mi padre, que murió una mañana de invierno quitando nieve. Lo recuerdo súbitamente con mucha ternura. Lo recuerdo sin enfado, sin rabia, sin pena. Lo recuerdo como lo veía, de niña. Era un gran hombre, un hombre fuerte, era la fuerza y la valentía. Era el que luchaba para que todo fuese bien, el caballero, la virilidad. Era mi padre. Admiraba su voz, su porte, sus manos que hacían caballos de madera. Nada podía pasar en su presencia, nada malo.

¿Por qué estaré recordando a mi padre? Han pasado varios años desde su muerte, tantos años sin oír su voz, sin oler este aroma a madera que era típico de él, sin ver su cuerpo fuerte y energético. Y hoy, debajo de las sabanas, detrás de mis ojos, lo vuelvo a ver y me siento toda emocionada. Mi padre me está sonriendo. Y sus ojos negros brillan mucho.

Es curioso con esto de los padres, Laika. Creo que las hijas no tendríamos problemas con ellos si no fuese por las madres. Yo sé que empecé a separarme de mi padre cuando tomé conciencia del odio que mi madre sentía hacia él. Y es muy triste que ocurra esto. Las hijas adoramos a nuestros padres. Nuestros padres son el mundo exterior, la aventura, el aire fresco, la montaña que hay que descubrir, el misterio, la independencia. Los padres, nuestros padres, son el lado masculino que quiere expresarse en nosotras, quiere salir de la prisión y bailar y crear...

Pero las madres, que odian a los padres (y muchas veces, en la mayoría de los casos Laika, este odio no se admite como odio, pero las niñas pequeñas, que son sabias, lo ven todo tan claro...), las madres no dejan a sus niñas ser espejo del padre. Y aquí, aquí mismo en esta negación, empieza la separación entre el hombre y la mujer. Aquí yace la dualidad, aquí nace el miedo, la inseguridad. La división entre el hombre y la mujer.

Debajo del edredón, en esta cueva tan recogida y tierna, de repente veo a mi padre con mis ojos de hoy, con mi mirada detrás de mis ojos, esta mirada que hoy, sin querer, he abierto para verlo. Como me gustaría pedirle perdón por todo el desprecio que en casa, las tres mujeres, sentíamos por él. Porque era un hombre y porqué mi madre nunca quiso a los hombres.

Ah, Laika... es todo muy complicado, más de lo que parece. ¿Sabes? Dame un beso, aquí, en la mejilla. Si... Así, simplemente. No pido mucho, hoy. No necesito mucho más. Y ahora voy a dormir tranquila y en paz.

13 comentarios

Blackwings -

El otro día me acerqué a tu blog y escribí una palabras.Por alguna circunstancia no quedaron recogidas,por eso hoy vuelvo a dejarte un comentario.
Te decía,que al principio pensé que no llegaría al final del post, pero sinembargo quedé prendado por tu prosa delicada y tierna. Me tendrás como visitante.
Un saludo.

Firma: Blackwings

llydia -

Lunaaa, muchas gracias! Y bienvenida.

llydia -

Blind, tienes razón. Es decir que uno ve y mira a sus padres con compasión, con una mirada maternal, una mirada que entiende o que, si no entiende, perdona.

Y tambien hay que ver a sus padres, para entender mejor quienes somos, como pistas, o revelaciones. ES muy importante para así poder curarse de ellos, separarse. Yo no quiero ser un espejo. Todos menos un espejo.

llydia -

Hombre, Ardi! Siempre es alegria verte por estos paisajes.

Mira, no sé. El ser humano es muy complicado, pero más que complicado es misterioso. Las emociones son misteriosas, las emociones destructivas aún más. Y una pareja, con su maleta genetica, su pasado, su inconciente familial, personal y cultural, es un mundo extraño, una tierra salvaje, desconocida y a descubrir.

Espero que la muy pilla de Laika no haya hablado de cosas demasiado intimas. Es una charlatina, no hay que hacerle mucho caso.

Un beso fuerte (pero lejos de tu sabes QUE...) :)

lunaaaaa -

Hola me gusto lo que escribiste...interesante y lundo blog.Saludos

Ardi -

vale... resentimiento, no rensent...

Aparte de eso: la cama es como un útero, ¿verdad?
Creo que, si les preguntaran, los bebés no saldrían a la luz, como nosotros no saldríamos de la cama... ¡pobres madres!

Ardi -

Llydia... ¿por qué puede una mujer odiar a su marido, hasta el punto de transmitir ese odio a las hijas (y quizá los hijos)?
Yo he visto alrededor rensentimientos, censuras, a veces por complejo, porque uno se siente inferior a otro... y claro que destila, pero al mismo tiempo, a la hora de transmitir valores y opiniones, un gran respeto, incluso una admiración.
Es una pena que exista ese odio.
Una pena.

Soy un inculto. No sé nada de todos los autores que citas :/

Pero el otro día hablé con Laika, y me contó cosas interesantes :)

Blind -

Llega un tiempo en la vida que uno empieza a ver a los padres como si fueran sus hijos.

llydia -

Hola Noctambulo,

es muy interesante lo que dices de los 5 ejemplos. Yo tengo algunas parejas en mi mente en las que puedo ver el odio de las madres hacia los padres que se ve reflejado en las hijas. Pero iría más lejos aún diciendo que este odio o este desprecio hacia el hombre de la parte de las madres va más lejos que el nucleo familiar y es más generalizado, sobre todo en America y en Francia donde la lucha entre los sexos es más fuerte y más conciente.

Fué el otro día leyendo una entrevista con Didier Dumas, psycologo que trabaja la ¨transgenealogia¨, entrevista que hablaba sobre los padres, cuando de repente tuve un ¨insight¨sobre mi propio padre. De repente vi tantas cosas! Y lo que sentí fué mucha compasión hacia los hombres, todos los hombres. Padres e hijos. Y compasión por las mujeres que hemos odiado a los hombres sin ser concientes que este odio no era nuestro.

Didier Dumas es un gran seguidor de Francoise Dolto. Hay que leerlos a los dos para permitir que ventanas dentro de nosotros se abran y entre luz en nuestra mente y nuestro corazón, luz, claridad, entendimiento. Es la unica manera de madurar con inteligencia.

Gracias Magda, por tu amistad inter estelar, y a tí Corazón por tu gran bondad.

Un abrazo para todos todas,

Corazón... -

Querida Idilya ;)

La tranquilidad con la que narras, hace estremecer mis sentimientos.

Una platica provechosa con laika ;)
No estés más triste seguro que tu papá te ha perdonado y desde donde este te mira, te cuida y te quiere igual...
No puedo comprender como hay mujeres que odien al ser que dio un pedacito de él para traer al mundo alguien que forma parte de los dos... Nosotros mismos!

Te dejo un beso y abrazo, con cariño...

;o)

Noctámbulo -

Como decía en mi comentario anterior, vuelvo por aquí, y vuelvo a leer... Meditando durante la noche sobre tu mensaje, llego a la conclusión de que las madres que odian a los padres tampoco dejan que los niños sean un reflejo de sus padres, y de eso tengo alrededor mío al menos cinco ejemplos dolorosamente cercanos. Pareciera que esas madres desearan evitar tener alguien que les recuerde de manera constante a ese padre que odian. Es un atentado a la personalidad de los hijos (e hijas), es como si quisieran mutilar esa parte del hijo que les recuerda al padre; algunas veces funciona, otras no, pero aún en este último caso se abren heridas muy difíciles de cerrar. No estoy seguro de que esta actitud sea exclusiva de las madres, pero así es en los cinco ejemplos que tengo a la mano. Un abrazo.

Magda -

Ilydia, haz tocado un punto sabio, como todo lo que te leo siempre. Pero este punto especialmente me parece sumamente inteligente. ¡Me gustaria platicarte tantas cosas! pero ni el espacio ni el lugar lo permite muchas veces, solamente quiero decirte que te quiero, fretarnalmente te quiero.
Besitos.

Noctámbulo -

Llydia, tienes una capacidad para transmitir tranquilidad, que me hace regresar con más frecuencia de la que escribes para calmar los remolinos que hay en mi interior. Igual vuelvo a leer si no encuentro algo nuevo o exploro en el valioso tesoro de tus archivos. Siempre es bueno que hables con Laika. Un caluroso saludo.